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Humabón preparó una cena trampa los mandos de la armada. Era el 1 de mayo de 1521. Afortunadamente, una parte pudo escapar y seguir el viaje. De este primer encuentro aún quedan testimonios. Uno, es el Santo Niño (Jesús) del Cebú, imagen muy venerada. El arzobispo de Sevilla entregó la talla a Magallanes para que la regalara a la reina de los territorios que descubriera. También se cuenta que uno de los marinos italianos obsequió dicha figura a la soberana. EMERGE ELCANO Tras la apresurada salida de Subu y, de nuevo, sin jefe de la expedición, se imponía otro reparto de responsabilidades. Es en este momento cuando Juan Sebastián Elcano empieza a cobrar protagonismo. Toma el timón de la Concepción, mientras que el antiguo alguacil Gómez de Espinosa lidera la Trinidad y Carvalho asume la jefatura conjunta de la expedición y el mando de la Victoria. Todos, juran cumplir las instrucciones de Carlos I. Su nuevo refugio para reparar las naves y hacer acopio de provisiones será Bohol. Aquí, además se tomará otra decisión de calado, deshacerse de la Concepción. Albo escribió: «Hicimos de tres naos dos y la otra la quemamos » para que no pudiera ser aprovechada por eventuales enemigos y puesto que no había hombres suficientes para gobernar tres naves. Las tres dotaciones superaban por poco la centena. Por su mal estado, el descarte fue la Concepción. Elcano embarcó en la Victoria y, con él, las tablas e instrumentos de navegación. Continuaron sin rumbo fijo en busca de las Molucas y algún lugar para completar víveres y otras necesidades. Después de que el esclavo malayo de Magallanes —que hacía de intérprete— se quedara en Subu, tras ayudar en la conspiración urdida contra la expedición, Pigafetta pasó a desempeñar funciones de mediador y llegó a elaborar pequeños diccionarios con palabras de aquellas tierras y su equivalente en español. Llegaron a Borneo y a su capital Brunei el 8 o 9 de julio de 1521. Era un puerto de gran actividad, lo más parecido a Sevilla que veían en todo el camino. Hubo intercambio de embajadas y compromisos de fructíferos acuerdos hasta que un mal entendido cortó de raíz la confianza. El regreso de una victoriosa flota local despertó los recelos de los visitantes, alertados por lo vivido en Subu. El episodio Muerte de Magallanes en la batalla de Mactán. Grabado del siglo XIX. terminó con rehenes en uno y otro bando. Entre los navegantes, Elcano y Espinosa, que más tarde serían liberados. Entre los locales, personajes de alta alcurnia y tres mujeres. Dada la nueva salida a la carrera, se requirió otra escala para calafatear las naves, lo que se hizo a la manera local, con aceite de coco y cera; reparar una vía de agua en la Trinidad y recargar despensas, lo que ocurrió en la bahía de Marudu, donde recalaron más de un mes. El desencuentro con el rey de Borneo dejó a la luz la conducta poco capaz y honorable de Carvalho. Había puesto en peligro la meta de la Especiería, no consultaba a capitanes y pilotos para marcar los rumbos… y se había quedado para su servicio a las mujeres apresadas, así como el rescate de los cautivos. Por todo ello, como explicará el propio Juan Sebastián Elcano a su regreso, el consejo de capitanes y maestres lo destituyó. El liderazgo quedó entonces en manos Espinosa —el aguacil que había frustrado el motín en San Julián— y de Elcano, que además asumía la responsabilidad de ser el tesorero y, parece ser, pasaba a ser el jefe extraoficial de la expedición. Además, él empezó a registrar en los libros «entradas» y «salidas» de intercambios, mercancías… incluso el rescate recibido en Borneo. Un ejercicio que sus antecesores habían olvidado. Junto a ellos y a modo de triunvirato, Martín Méndez, contador y escribano, pasó a ser el representante real. LAS MOLUCAS Finalmente, con ayuda de pilotos locales, no siempre reclutados de las más nobles maneras, la expedición llegaba el 8 de noviembre a las Molucas, un millar de islas ricas en especies, pero que en el siglo XVI se aplicaba a Ternate, Moti, Makian, Bacán y Tidore, a donde arribó la expedición. Gilolo pronto Wikipedia se sumaría a este grupo, aunque sus especies eran de peor calidad. Se cumplimentaron intercambios de embajadas, contactos y presentes. El soberano local, Almanzor, hombre interesado en las ciencias y la astrología, les confesó haber soñado con su llegada y aceptó la soberanía del rey de España. Tal postura se debió, seguramente, a la oportunidad de contar con un aliado frente a los portugueses, que habían llegado a la vecina Ternate y tenían un representante. Mayo 2019 Revista Española de Defensa 17


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