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Edificio asignado para el ejercicio Red Flag 19-2 en base aérea Elmendorf-Richardson. (Imagen: capitán Felipe Gonzalo Sosa) estándar del E-3A al margen del ejercicio, puede durar más de 12 horas si se realiza AAR. Participaron más de 110 aeronaves, realizándose 1200 salidas y 2500 horas de vuelo de las cuales, sin incluir los vuelos de posicionamiento, corresponden al E-3A. Se establecieron periodos de vuelo de día y de noche, aunque, lo de «nocturno» resulta meramente anecdótico, pues durante esta época del año, la noche total no llega a producirse en ningún momento. Un aliciente más para aquellos pilotos que tengan que mantenerse calificados en aterrizaje nocturno. El periodo del E-3A siempre fue el de mañana, siendo la hora de presentación en la base 2,5 horas antes de la hora prevista de despegue. Durante ese tiempo, las tripulaciones debían asistir al briefing general del ejercicio para la actualización de novedades, repaso de condiciones meteorológicas, NOTAMS, procedimientos de entrada y salida de la zona de operaciones, etc. A continuación se producía el briefing general de tripulación y el específico por especialidades y, si todo estaba correcto, la tripulación se dirigía al avión para iniciar la correspondiente inspección prevuelo. El Componente E-3A desplegó sus aeronaves con el fin de garantizar todas las salidas, objetivo que finalmente se consiguió si bien, esta condición obligó diariamente a realizar la inspección prevuelo de los aviones. En caso de fallo del avión principal, la tripulación «saltaba » automáticamente al alternativo, evitando así demoras. De no existir incidencias, el avión podía despegar y encontrarse en su zona de operaciones en poco tiempo. El espacio aéreo dedicado al ejercicio era amplio, pues de manera simultánea debía permitir la operación de diferentes plataformas militares, así como preservar el desarrollo de los vuelos civiles. Al hablar del E-3A hay que especificar que se trata de una agencia de control con la peculiaridad de estar embarcada, es decir, dispone de medios y personal cualificado para controlar aeronaves desde el aire. Esto se consigue gracias al radar aéreo que le da ese diseño tan característico y que ofrece una gran ventaja. Bastaría uno de estos aviones volando por encima de 30 000 pies sobre Madrid para observar todo el tráfico aéreo de la Península Ibérica. Algo similar sucede con el alcance radio: la orografía no afecta generalmente al E-3A. Especialmente dedicados al control de las aeronaves se encuentran los controladores embarcados (Weapons Controllers y Fighter Allocators), que deben adaptarse a la normativa y los requerimientos propios de cada ejercicio, así como a la legislación del país en el que realicen su labor. Cada territo- 772 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Octubre 2019


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