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Marcelino Ramírez García (1864-1940) veterinario militar y médico: precursor del concepto... Figura 1.  Marcelino en la Orla. Escuela Superior de Veterinaria, Zaragoza (1887)(5). Sanid. mil. 2019; 75(3)  175 siones de propagación, especialmente mediante vectores como los insectos, que hoy colonizan nuevos territorios, cuando hace algunos años eran aún demasiado fríos para que sobrevivieran durante el invierno. Como todo nuevo paradigma, no nace ex novo, sino como cristalización y maduración de los diversos esfuerzos de investigadores y clínicos de muchas áreas científicas interdisciplinares, durante bastantes décadas. Creemos que, sin duda, Marcelino Ramírez García, tan destacado como olvidado veterinario militar y médico, fue uno de ellos. Nacimiento y primeros años Ramírez nació en Bergasa, pequeña localidad del Partido Judicial de Arnedo (La Rioja), el 2 de junio de 1864. La tesis doctoral del coronel veterinario y profesor adjunto de la Universidad Complutense Dr. Vicente Serrano Tomé (1921-2007), es casi la única fuente donde figura este científico militar, aparece citado, en cuatro líneas, en la página 204. La hoja de servicios de Marcelino en el Ejército, lo registra erróneamente como nacido en Vergara (Logroño). Verificó el examen de ingreso en el bachillerato en el Instituto de Zaragoza, el 21 de septiembre de 1881. Realizó los estudios equivalentes a lo que luego se llamó bachiller elemental, en los cursos: 1883-84 a 1886-87, simultaneándolos con los de la carrera de Veterinaria, pues no eran exigibles para esta(4). D. Marcelino, veterinario Gracias a las peculiaridades académicas del momento, hizo esta carrera en los cursos: 1882-83 a 1886-87. Fue así hasta que por R.D. de 27-III-1912, la introducción de la exigencia del título de Bachiller para ingresar en las Escuelas de Veterinaria hizo descender la matriculación. Consiguió Premio, o sea Matrícula de Honor, con los criterios de hoy, en Fisiología, y accésit, segundo premio, en Higiene. En sus inicios profesionales ejerció brevemente como veterinario inspector, interino, de carnes en el Ayuntamiento de Alfaro (La Rioja). Tras diversas vicisitudes se hizo evidente la voluntad de no otorgarle esta plaza en propiedad, por lo que, con 30 años, decidió preparar las oposiciones al Cuerpo de Veterinaria Militar. Es de señalar que era la edad máxima con que podía presentarse pues hasta la promoción de 1897, la de Rof Codina, según Serrano Tomé, no se elevó a 35 años, por las necesidades bélicas del momento. (4)  Para cursar los estudios de las Escuelas Técnicas Superiores de Ingeniería no era exigible tener el bachillerato. El acceso se realizaba mediante un examen, o prueba de ingreso de mayor o menor dificultad. Al incluirse los estudios de Veterinaria dentro de las Escuelas Técnicas Superiores no era necesario estar en posesión del título de Bachiller. Años después se exigió para la prueba de acceso tener cursadas algunas asignaturas del bachillerato, para terminar solicitando el título de Bachiller para el ingreso en todas las Escuelas Técnicas, donde se encuadraban los estudios de veterinaria. N del A. D. Marcelino, número uno en las oposiciones al Cuerpo de Veterinaria Militar(5) Tras presentarse a las oposiciones celebradas en Madrid, en noviembre y diciembre de 1895, fue declarado aspirante a ingreso en el Cuerpo de Veterinaria Militar, por R.O. de 24 de diciembre de 1895, con el número uno de su promoción, que constaba de 76 miembros. Estuvo destinado brevemente en Pamplona y en seguida lo trasladaron al Regimiento de Cazadores de Albuera, en Logroño. En La Rioja llevó a cabo una labor destacada en varios frentes. Ya en 1900, hizo al alcalde de Logroño, D. Francisco de la Mata, la propuesta de someter a la prueba de la tuberculina a las vacas locales que fue entusiásticamente apoyada por el regidor y sus asesores veterinarios y médicos y que, finalmente, devino en un proceso complejo que fracasó por intereses de los ganaderos, y obstáculos legales y, presuntamente, científicos. El asunto llegó al gobierno nacional que evacuó consultas a la Real Academia Nacional de Medicina y al Real Consejo de Sanidad del Reino que consideraron que la utilidad de la prueba de la tuberculina, como claramente diagnóstica de los procesos tuberculosos, no estaba suficientemente probada. (5)  Agradecemos envío de la foto al general veterinario Excmo. Sr. Dr. D. Luis Ángel Moreno Fernández–Caparrós.


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