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Prim en la batalla de Castillejos, de Sans Cabot, y modelo del Museo Naval de Madrid. Leopoldina, sobrina de O’Donnell que le acompañó en el exilio (Benlliure). Ambulancia y mulo de transporte médico que sirven para presentar el estado de la Sanidad Militar de la época, a la que O’Donnell dotó de un reglamento nuevo durante su etapa de ministro de la Guerra. Armas joya del duque de Tetuán y del general Prim. Las miniaturas de la Guardia Real de Fernando VII evocan la etapa. Luchó por el retorno del monarca y después en el Ejército de Isabel II durante la I Gue-rra Carlista, que esboza un audiovisual. LÍDER DESTACADO En ella, ascendió de capitán a teniente general por méritos de guerra. Su lide-razgo, valor y preparación le granjearon honores militares (dos cruces de San Fernando casi seguidas) y civiles, como, el condado de Lucena, primer título no-biliario. Fue pionero en derrotar al jefe militar del carlismo, el general Cabrera, que tiene una vitrina dedicada. Acabada la guerra y al igual que otros militares destacados en ella, O’Donnell ingresa en política. En 1854, la revolu-ción Vicalvarada le lleva por primera vez al gobierno. Nombrado ministro de la Guerra y sabedor de los problemas sa-nitarios de un ejército con más bajas por enfermedad que en el combate, impulsa un reglamento de Sanidad Militar. En 1856, fue nombrado presidente del Consejo de Ministros por primera vez y, dos años después, arrancó el Go-bierno Largo de O’Donnell, etapa de auge económico y modernización de la Arma-da, que sirvió para impulsar su «políti-ca de prestigio», muy dirigida contra el expansionismo británico en el norte de África, marco del conflicto protagonista. La guerra de 1859-1860 tuvo el apo-yo popular, de intelectuales y artistas, y de la prensa, representada por Pedro de Alarcón. Están, también, todos sus pro-tagonistas, de Muley-el-Abbas, al pro-pio O’Donnell, un exitoso Prim y «los más olvidados pero igual de imprescin-dibles Echagüe, Zabala y Ros de Olano, más conocido como literato». La batalla de Castillejos, la de Tetuán, Wad-Ras, el rol de los voluntarios cata-lanes, «heroico pero no transcendente», y de la Guardia Civil, así como el lau-reado regreso de los combatientes cierra una guerra, que, en el campo de batalla, finiquitó su líder militar, O’Donnell, en-cargado de pactar y firmar la paz. El ya duque de Tetuán moriría en el exilio. De su gran y último logro militar, la exposición también muestra objetos de los protagonistas y la Batalla de Te-tuán, de Palmaroli. «Menos conocida, pero la que más representa la exposi-ción: O’Donnell y la Guerra de África». Esther Paloma Martínez Fotos: Heléne Gicquel Diciembre 2019 Revista Española de Defensa 61


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