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70 dossier un Ejército del Aire ágil y conectado los datos de esos procesos, facilitando la toma de decisiones de forma anticipada; — más adaptable, que sea capaz de modificar parte de sí de forma sencilla, minimizando la resistencia al cambio; — más ágil, que permita adaptarse de forma lo más rápida posible a los cambios que se demanden; — más flexible, que sea capaz de llevar a cabo una tarea o misión de varias formas distintas; — más sostenible y más eficiente energéticamente; — más resiliente y segura, pues las nuevas tecnologías traen consigo nuevas vulnerabilidades que no podemos permitir que afecten a la seguridad de nuestras operaciones. Es precisamente el ámbito de la seguridad, de la ciberseguridad, uno de los principales desafíos a los que nos enfrentamos en todo este proceso, dado que la fuerza aeroespacial es altamente dependiente del ciberespacio. Quizás por eso no avanzamos a la velocidad que quisiéramos, a la hora de implantar estas nuevas tecnologías, pues debemos asegurar la protección de nuestros activos de información frente a todo tipo de amenazas. Esto nos obliga a diseñar sistemas que tengan presente la seguridad desde el principio y aplicando una serie de medidas o principios básicos corporativos, organizacionales, preventivos y reactivos, en los que la concienciación y la formación del usuario es esencial. Esta crisis económica nos ha enseñado que no podemos permitirnos usar más recursos de los estrictamente necesarios, debemos ser más rápidos, precisos y eficientes, por lo que hay que aprovechar las oportunidades que ofrece la cuarta revolución industrial para incorporar esa innovación tan demandada. No obstante, debemos ser conscientes de las limitaciones asociadas al proceso de transformación digital, en una organización como las Fuerzas Armadas, que tiene unos procesos singulares y unos requisitos distintos y, a veces, más exigentes que los del mundo empresarial. Si gran parte de la sociedad se mueve por el beneficio económico , las FAS no pueden dejar de lado la seguridad, pues son el último recurso de defensa de nuestr a sociedad, y por eso no podemos permitirnos el lujo de fallar, pues afectaría a nuestros intereses como nación. A las limitaciones antes mencionadas en el ámbito de la ciberseguridad habría que añadir otras, como las asociadas con: • la Ley de Protección de Datos personales; • la interoperabilidad en el tratamiento de datos provenientes de distintas fuentes; • las trabas de la legislación actual; • la necesidad de realizar fuertes inversiones en infraestructuras, no solo en nuestras bases en territorio nacional, sino en nuestras bases de despliegue; • la necesidad de una mayor agilidad en los pr ocesos certificación aeronáutica y actualización de nuevas versiones de software; • y finalmente, limitaciones derivadas del imperativo de mantener a la persona dentro del ciclo de decisión en aquellos entornos en los que no se puede hacer dejación de su responsabilidad, en relación con los resultados de acciones ejercidas con armas que pudieran ser letales. Por último, es importante señalar que este camino no se puede recorrer solo. Hace falta ir de la mano de nuestros compañeros de armas de otros ejércitos aliados y nacionales, del entorno empresarial, del ámbito científico y de la investigación, del ámbito universitario, etc. Es un camino que r equiere de una alineación de los esfuerzos de todos, una conjunción de soluciones duales que nos permita sacar réditos a todos, y que en el Ejér cito del Aire nos permita disponer de una Fuerza Aeroespacial que pueda cumplir con eficiencia y eficacia las misiones asignadas en una era digital que ya forma par te del presente. n revista de aeronáutica y astronáutica / enero-febrero 2020


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