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revista de aeronáutica y astronáutica / marzo 2019 generación Stealth (parte 3) 169 Tras el análisis realizado en las dos primeras entregas de esta serie de artículos, es llamativo que, pese al considerable número de programas de quinta generación actualmente en vigor, solo unos pocos puedan considerarse como operativos y dentro de este selecto grupo, únicamente uno de ellos, concretamente el concerniente al F-22 Raptor, pueda considerarse como plenamente maduro. Este no es un hecho fortuito, sino una consecuencia que responde al alto grado de sofisticación alcanzado, tanto en materia del diseño del avión como de la complejidad de los diversos sistemas de los que consta y el nivel de integración de los mismos. RUMBO A LA SEXTA GENERACIÓN Por ello, llama poderosamente la atención que en la actualidad diversas naciones estén pavimentando el camino hacia una sexta. Cabe destacar las recientes experiencias en Siria, en donde se han llevado a cabo operaciones conjuntas de ataque a objetivos terrestres en las que se esperaba una alta presencia de SAM (surface to air missiles), empleando por ello misiles de gran alcance para atacarlos, minimizando asimismo los riesgos de exposición inherentes a cualquier penetración o acercamiento al espacio aéreo enemigo. A este factor, cada vez más predominante dado el nivel de conflicto asimétrico actual (y que no obstante, se espera cambie en un futuro a medio plazo dado la actual escalada militar y económica de superpotencias asiáticas entre otras), se le suman, a grosso modo: – La mayor presencia de SAM avanzados como el S400 ruso, capaz de seguir a hasta 100 blancos de manera simultánea y atacar 6 de ellos con total precisión a un máximo de 400 kilómetros de distancia, siendo capaz no solo de operar en la banda X tradicional, sino también en la L y en otros espectros, plenamente integrado en un sistema de defensa de aérea (IADS) de gran sofisticación. – El actual desarrollo del radar basado en tecnología cuántica, cuya tecnología ha dado sus primeros pasos de forma exitosa, lo que supone capacidades de detección muy superiores a las de los actuales y cada vez más presentes y perfeccionados radares AESA. – Desarrollo de armamento aire-aire y suelo-aire todo aspecto, dotados de capacidad hipersónica y de gran agilidad, alcance y de una alta resistencia a cualquier tipo de contramedidas, que contrarrestarían la supermaniobrabilidad de las que constan los actuales activos en, o de entrada reciente, en servicio. Es en este complejo contexto en el que se están dibujando las líneas maestras bajo las cuales se definirán las capacidades de los llamados aviones de sexta generación según unas bases/


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