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revista de aeronáutica y astronáutica / marzo 2020 232 nuestro museo contenido temático de la misma. Cruzamos la cortina de separación y nos recibe un pequeño hall en el que se expone, a la derecha, un mapa en relieve de la zona norte del protectorado español, en escayola, realizado en la década de los años treinta y con la consideración de bien de interés cultural (BIC). En el mismo se resaltan las principales plazas de soberanía españolas y su exposición tiene el objetivo de situar al visitante en el espacio histórico que la sala quiere representar. La intención del diseñador ha sido simular, y de paso homenajear, el aeródromo de Zeluán, uno de los primeros aeródromos permanentes en ubicarse en el protectorado y que los conflictos bélicos con Marruecos obligan al Gobierno español a establecer en octubre de 1913, junto a los de Sania Ramel, Arcila y Aumara. Se vuelve a recordar y homenajear en el hall, a las once cruces laureadas de San Fernando concedidas por acciones en las operaciones en África, que se distribuyen de la siguiente forma: cuatro de Infantería, una de Artillería, dos de Caballería, dos de Ingenieros, una del Cuerpo Jurídico y una de Tropas de Ingenieros. No se concedieron más cruces laureadas debido, casi con seguridad, a que el reglamento del año 1920, en su artículo 58, Aviación, exigía, entre otras condiciones, el regreso con el aparato a las líneas propias. De no ser por este requisito, muchas de las 24 medallas militares individuales concedidas probablemente habrían sido cruces laureadas. Se accede a la zona central de la sala a través de la simulación de un refugio de la época denominado en argot militar como «blocao», realizado con cajas de munición cedidas por la AALOG n.º 11 de la base logística de San Pedro del Ejército de Tierra, en Colmenar Viejo (Madrid) ,y que servía como refugio y parapeto ante los ataques enemigos y sus fuegos. En el blocao, mediante carteles al estilo de la época, están marcadas las distancias kilométricas a Melilla (30 km) y la dirección a Alcazaba de Zeluán. Termina el hall con dos fotos históricas, una de un asentamiento militar en Marruecos y otra del desembarco de Alhucemas, en 1925, principio de la pacificación definitiva del territorio y primera operación combinada/ conjunta debido a la participación de fuerzas de los tres ejércitos y de varios países, ya que Francia participó con su aviación, aunque en cantidad muy reducida. Nos despide del hall en nuestro camino hacia el resto de la sala un defensor del aeródromo indicándonos el sentido de la visita. Desembocamos en la zona central de la sala con una representación del aeródromo de Zeluán a modo de gran diorama, escala 1:1, rodeado de paneles de siete metros de altura, con gráficos reales relativos al entorno del aeródromo en el que se puede distinguir claramente el monte Gurugú y el mar Mediterráneo, entre los cuales se encuentra la ciudad de Melilla. A nuestra espalda una gran foto histórica, igualmente en panel de siete metros de alto, que gracias al trabajo del CECAF no ha perdido un ápice de resolución en la ampliación desde un simple negativo en placa de cristal y que representa un asentamiento del Ejército en lo alto de una loma. Cuando tratamos temas que nos atraen el tiempo pasa rápido, en este caso el espacio asignado para el presente artículo. Hablando, hablando y hablando llegamos al final, quedando emplazados para dentro de dos meses, ocasión en la que seguiremos visitando la Sala III, «Operaciones aéreas en el norte de África, 1913-1926». Hasta entonces. n Morane Saunier tipo G Artal


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