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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 864

En estacionario, encima de la zona de extracción y con el helicóptero estabilizado, tocó decidir a cada uno si se sentía cómodo y seguro para realizar sus funciones. Primero, el teniente Lozano a los mandos, comunicó que estaba listo, cómodo y con sus referencias cogidas. El copiloto, por su parte, descargaba al piloto cantándole la altura en todo momento y vigilando los parámetros sin quitar la mirada de la ladera. Era nuestra enemiga por lo cerca que estaba. Llegó mi momento. El piloto me dijo que me podía ir para atrás, prepararme en mi puesto de operador de grúa y estudiar si me veía capaz de hacer las grúas en esas condiciones, siempre partiendo de nuestra mayor premisa, la seguridad. Me sentía preparado y con la adrenalina disparada. Hablamos por hilo caliente entre todos, barajamos todas las posibilidades y decidimos ponernos a trabajar. Comenzamos las maniobras de grúas. Primero bajamos a un rescatador junto al enfermero y en el segundo ciclo al otro rescatador con la camilla. Una vez estaban en suelo, yo, como operador de grúa, me convertí en los ojos del piloto. Veía desde arriba como los rescatadores y el enfermero se desestabilizaban y tenían que ayudarse de las manos en sus desplazamientos hacia el herido, a causa de la inclinación de la ladera. Durante el rescate en zona iban apareciendo inconvenientes con los que uno cuenta en cada vuelo de entrenamiento de grúas. Uno de ellos, y más aparatoso, fue al subir al primer rescatador con la camilla sin cabo guía, ya que el enfermero El helicóptero se encuentra realizando la maniobra de traslación hacia el objetivo, según las indicaciones que le da el operador de grúa al piloto, a la vez que va bajando al rescatador. necesitaba que un rescatador se quedara ayudándolo con el herido. Al no subir con cabo guía y estar encajonados en la ladera el rebufo de la maquina incidía de lleno sobre él y la camilla durante el izado, produciendo que girara incontrolado y con mucha velocidad. Me produjo mi mayor momento de tensión que he sufrido manejando la grúa. Con la confianza que tengo en el cabo 1º Ismael, y como manda el protocolo en esa situación de peligro, cuando estaba a mitad de recorrido y viendo que era imparable el giro, decidí volver a bajarlo hasta estar rozando el suelo y que se fuera frenando con los pies y la camilla. Me asusté al ver que se le saltó el casco de vuelo, pero enseguida se levantó a por él. ¡¡Vaya tranquilidad!! Por suerte nos salió bien. Hizo señales de volver a subirlo y yo no entendía el porqué de esas prisas y sin cabo guía. Tocaba improvisar y valorar opciones. Hablé con los pilotos y les dije que lo mejor era irnos bajando hasta que yo les dijera que pararan, ya que estaba asomado fuera del helicóptero y veía las ruedas y las copas de los árboles, Así el rescatador estaría el menor tiempo posible en el aire. Lo hicimos. Bajábamos mientras yo recogía cable. Cuando estábamos a punto de tocar con las ruedas las copas de los arboles canté: ¡¡alto movimiento!!, y subí al rescatador en el menor tiempo posible. Una vez dentro recuperamos la altura. Existía una razón. El cabo 1º Ismael, una vez dentro, nos dijo que abajo el teniente Hernandez y el brigada Varela necesitaban 10-15 minutos para evaluar al herido y preparar la extracción. Salimos de la zona realizando la espera encima del agua, ya que lo único que separaba las montañas del mar, era una autopista que cruzaba. Entramos en zona después de la espera, bajamos al rescatador, el cual me hace la señal de izado, y lo subimos. Una vez dentro del helicóptero nos informa que tras la evaluación, el herido no se puede mover. El enfermero evalúa que puede ser izado con cincho, ya que las heridas que presenta son factibles para esa maniobra. Así mismo la difícil orografía y cantidad de vegetación indicada por el rescatador, impiden la evacuación en camilla. Transferencia del accidentado desde la camilla del helicóptero a la camilla de la ambulancia mientras nuestro enfermero les va dando las novedades de su estado, con aviso de nuestro enfermero de posible politraumatismo. 450 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Junio 2017


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