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JULIO 2021
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La UNE-EN-ISO 102111-1:1995 define a un puente térmico como la parte del
cerramiento de un edificio donde la resistencia térmica normalmente uniforme
cambia significativamente por el cambio de espesor en la fábrica, la diferencia
de áreas como juntas, suelos o techos, o penetraciones en el aislamiento con
diferente conductividad térmica.
La influencia de los puentes térmicos no se considera en todos los países europeos
y sus respectivas regulaciones (Dumitrescu, Baran y Pescaru, 2017). De
hecho, algunos inconvenientes se repiten constantemente con el tiempo:
• Los estándares se limitan a construcciones ideales (Lucchi, 2017) (Genova y
Fatta, 2018),
• La estratigrafía y la morfología de la pared se desconocen en la mayoría de los
casos del entorno real construido (Lucchi., Roberti y Alexandra, 2018)
• Los documentos del proyecto de construcción para edificios existentes no están
disponibles (especialmente los edificios más antiguos) (Tejedor et al., 2017).
Se calcula que la acción de los puentes térmicos representa aproximadamente
un 30 % en el rendimiento energético en un residencial europeo (Erhorn-Kluttig y
Erhorn, 2009) (Capozzoli, Gorrino y Corrado, 2013) (Kuusk, Kurnitski y Kalamees,
2017). Para el cálculo de este rendimiento existen muchos procedimientos y modelos,
en algunas ocasiones de una complejidad excesiva en el procedimiento
de cálculo al basarse en dinámica de fluidos o elementos finitos, y en otras ocasiones
presentan la desventaja que solo pueden ser analizados localmente, no
pudiéndose realizar mediciones en un área (Tejedor et al., 2020).
— Termografía:
Las imágenes termográficas proporcionan un diagnóstico de energía a través de
técnicas infrarrojas pudiendo identificar las principales causas de pérdida energía
a través de la presencia de los puentes térmicos. Esta técnica tiene la capacidad
de medir temperaturas por medio de la captación de la intensidad infrarroja de los
diferentes elementos. Esta capacidad permite detectar con una mayor facilidad las
pérdidas puntuales de energía de los edificios, y por lo tanto, realizar un análisis
de la calidad de los aislamientos en los materiales opacos (Baldinelli et al., 2018).
El estudio termográfico puede tener un carácter cualitativo o cuantitativo. En un
primer lugar, se realiza un análisis general para detectar los defectos puntuales
de forma cualitativa (Lucchi, 2017) (Litti et al., 2015) (Barreira, Almeida y Delgado,
2016) (Martínez-Garrido et al., 2018) (Solla et al., 2018), y posteriormente en función
de la profundidad del análisis se puede estudiar cada termograma para saber
de forma cuantitativa la transferencia de cada elemento (Nardi et al., 2015) (O’Grady,
Lechowska y Harte, 2017) (O’Grady, Lechowska y Harte, 2018) (Baldinelli et
al., 2018) (Sfarra et al., 2019) (Kylili et al., 2014). Las debilidades de este método
se encuentran en el coste de los equipos, en la necesidad de un técnico calificado
tanto en la medición como en el análisis, la necesidad del acceso al interior de los
edificios para evaluar de forma interna posibles defectos. Hay que tener en cuenta
las condiciones de entorno que van a influir en la temperatura medida, ya sean
las condiciones generales del edificio (Hong et al., 2015) (Khayatian y Sarto, 2017)
o las ambientales. Es necesario que haya un gradiente térmico entre el interior y
exterior suficientemente elevado para que pueda mostrar el máximo número de
defectos. Por lo tanto, existen condicionantes que pueden afectar de una manera
directa al resultado final. Según estudios realizados en Italia e Irlanda, el valor obtenido
se puede desviar entre un 12 y un 73 % (Nardi et al., 2015) (Baldinelli et al.,
2018) (O’Grady, Lechowska y Harte, 2018) (Sfarra et al., 2019).