Page 26

AEROPLANO 28

Leonardo Torres Quevedo en la Academie des Sciences de Paris. El 5 de mayo de 1902, completados los sólidos estudios científico-técnicos emprendidos para la solución del problema de la navegación aérea, solicitaba privilegio de invención en Francia por “Perfectionnements aux aérostats dirigeables” (patente que se concedería el 27 de agosto de ese año y se publicó el 23 de diciembre). Unos días después, el 26 de mayo, presentaba para informe a la Academie des Sciences de París la Memoria de la patente y la Nota “Sur un avant-project de ballon dirigeable à quille intérieure”, procediendo de manera análoga a su vuelta a España ante la Real Academia de Ciencias de Madrid, donde entregó la que denominaba “Memoria sobre la estabilidad de los globos”. Y es que, realmente, Torres Quevedo no adelantaba sólo la patente de un nuevo modelo de dirigible a las máximas autoridades científicas francesas y españolas, sino un verdadero tratado científico con principios teóricos generales de la Aeronáutica planteando el problema general de la estabilidad de forma y en vuelo. Comenzaba este estudio analizando las fuerzas que deben considerarse en un globo en movimiento. Seguidamente estudiaba las causas de inestabilidad consecuentes con las posiciones y cantidades de las fuerzas presentes. Completada la primera parte del análisis físico-matemático del problema, planteaba la descripción de su nuevo sistema ideado para obtener la estabilidad de forma y en vuelo del aerostato, y para suspender la barquilla, sistema que contemplaba una viga interior de sección triangular compuesta por una combinación de barras metálicas, tirantes de cuerda y cortinas de lona permeable; todo ello anejo a una quilla metálica plana situada en la parte inferior de la envuelta, asida desde dentro verticalmente, mediante nuevos tirantes, a la parte superior de la envuelta. De esta compleja estructura, que se auto-tensionaría por la presión del gas en el inflado, se suspendía la barquilla, situada en el exterior pero, en este proyecto, pegada a la envolvente. Después de describir detalladamente el sistema, analizaba el problema de la estabilidad longitudinal, tema al que dedicó monográficamente, el 10 de julio de 1902, antes de conocer oficialmente los informes de las Academias, un certificado de adición a la patente (que se publicaría el 30 de marzo de 1903). Los informes emitidos desde las Academias relativos a los trabajos presentados por Torres Quevedo no pudieron ser más laudatorios. En su breve pero denso análisis, Paul Appell resaltaba, en primer lugar, que la principal novedad del proyecto de D. Leonardo consistía en situar dentro del globo las cuerdas de suspensión y la viga-quilla. Y concluía: “el trabajo del Sr. Torres Quevedo constituye una contribución muy interesante a la teoría de los globos dirigibles. El anteproyecto está bien estudiado y, salvando siempre las dificultades de ejecución práctica, la Comisión estima que sería de interés, para el progreso de la Ciencia, que se experimentara el aerostato del Sr. Torres”. Por su parte, en el dictamen de la Academia de Ciencias de Madrid, publicado en la Revista de Obras Públicas, José Echegaray destacaba que el proyecto era “de verdadera importancia y muy digno de estudio, y demuestra una vez más el talento, la ciencia y la facultad inventiva de su autor”. Y concluía expresando el deseo de que el invento se ensayase prácticamente. En julio de 1902 el Consejo de Ministros en pleno hacía suyo los informes de las Academias que presentaba el Ministro de la Gobernación y los trasladaba al Ministerio de la Guerra (dirigido por el general Weyler), de quien dependía el Servicio de Aerostación de Militar, con sede en el Parque de Aerostación de Guadalajara. Siendo la única institución dedicada al tema existente en España a finales del siglo XIX y primeros años del siglo XX, D. Leonardo necesariamente debía contemplar la posibilidad de utilizar las instalaciones del Parque mientras concretaba su anteproyecto de dirigible. El encargado de emitir informe a la petición de D. Leonardo fue el Jefe del Servicio, el teniente coronel Pedro Vives Vich1. Leyendo sus palabras, escritas el 14 de octubre de 1902, quedará perfectamente clara su preocupación por el adecuado uso de los fondos extremadamente modestos asignados al Servicio y la realidad de la situación mundial de la Aerostación en los primeros años del siglo XX2: “consideramos que las aplicaciones de los globos dirigibles, aun cuando el Sr. Torres lograra algunos perfeccionamientos sobre lo alcanzado por Santos Dumont, serían siempre tan limitados que no convendría de ninguna manera a este Parque Aerostático, que sólo tiene elementos para la aplicación ya de utilidad reconocida, a los usos militares, y no se lance por el camino de experiencias costosas y de resultados dudosos”. Y concluía: “parece indudable que el Sr. Torres necesitará hacer ensayos previos para proseguir sus estudios, y como en este Parque no hay recursos para ello, ni la índole de estas experiencias hacen que sean de una aplicación inmediata a los usos militares, no parece conveniente que los ensayos se hagan aquí”. La Sección de Ingenieros del Ministerio de la Guerra hizo suyo el informe de Vives, matizando algunas expresiones: “como en el Parque no hay recursos para ello, al Gobierno corresponde apreciar, si, por el interés general que puedan reportar, conviene que el Estado auxilie estos ensayos y arbitrar los recursos necesarios”. La Sección también dejaba abierta la puerta para futuras colaboraciones cuando el Estado dotase unos fondos imprescindibles de los que carecían hasta entonces tanto el Servicio como Torres Quevedo: “Siguiéndose en el Parque Aerostático con gran atención todos los trabajos que en España y en el Extranjero se hacen respecto a globos dirigibles, sería muy conveniente, en caso de concederse por el Estado algún crédito para estas experiencias que practicase el Señor Torres, prestarles gran atención por la aplicación que sus resultados pudieran tener para los usos militares, poniéndose para ello de acuerdo el Parque Aerostático con dicho Señor Torres”. Al hilo de estos escritos, hemos podido comprobar la situación de la Aeronáutica española al comenzar el siglo XX: existía un Servicio de Aerostación dependiente del Ministerio de la Guerra, con un presupuesto muy modesto, al que tenía 24


AEROPLANO 28
To see the actual publication please follow the link above