058-89 ARBOLITO

AEROPLANO 28

Los diez primeros pilotos de la Escuadrilla expedicionaria a Marruecos toria Eugenia volvió a visitar el aeródromo de Cuatro Vientos, donde, acompañada por el Coronel Vives y el Capitán Kindelán, vió volar al Infante D. Alfonso de Orleáns. LA PRIMERA ESCUADRILLA EXPEDICIONARIA A MARRUECOS Sólo tres días más tarde, el 18 de octubre de 1913, se recibió en Cuatro Vientos un telegrama del Ministerio de la Guerra que decía: “Con objeto de marchar a África, si lo pide el General en Jefe, ordene que se prepare con urgencia una Escuadrilla y su parque móvil de reserva. Avise cuando esté preparada la operación”. El 20 de octubre, sólo dos días después, informaba el Capitán Kindelán, Jefe de la Escuadrilla expedicionaria, de que todo estaba dispuesto. El 22 salió de Cuatro Vientos la Unidad, con los 11 aeroplanos (4 Nieuport, 4 Farman y 3 Lohner Pfeilflieger) en grandes cajones de embalaje y todos los repuestos necesarios, el 24 embarcaba la Escuadrilla en el transporte de guerra “Almirante Lobo” y el 25 ya estaban en Ceuta, para dirigirse al aeródromo en ciernes de Sania Ramel. No podía pedirse mayor operatividad. CONCLUSIÓN Esta serie de anécdotas, las pequeñas pero continuas visitas a Cuatro Vientos, el vuelo en el dirigible España, el patrocinio del concurso de hidros en San Sebastián, el papel destacado del Infante D. Alfonso en la Aviación Militar, demostraron el apoyo real a la Aeronáutica Militar y fueron decisivos para que el grupo de aviadores militares, que era muy reducido a principios de 1913 y que apenas podía salir de los límites del aeródromo, fuera capaz de expandirse y mejorar su conocimiento y dominio del aire durante el año 1913. De este modo, la naciente Aviación Militar española se desarrolló en sólo un año como para poder enviar a Marruecos una Escuadrilla de 11 aeroplanos (prácticamente el equivalente a 3 Escuadrillas de las que por entonces desplegaba el ejército francés en Argelia y Marruecos) y ser capaz de desplegar y mantener otras tres más en el semestre siguiente, en cinco aeródromos distintos, separados por muchos kilómetros de territorio hostil o en guerra declarada contra España. Esos pioneros demostraron así su valor, talento y constancia, para cubrir de gloria en pocos meses a una Aviación que siempre estuvo en primera línea de combate y que supo hacer honor a ese lema anónimo que campea en el monumento a los caídos en la guerra de África: “El valor y la ciencia garantizan la victoria”. A la vista de la capacidad industrial de España en aquellas fechas resulta imposible creer que se hubiera podido conseguir tal desarrollo y capacidad operacional sin el decidido apoyo del Rey y de la familia real a la Aviación Militar, apoyo que sigue siendo tan efectivo en la actualidad. 65 El Conde de Artal, mecenas de la Aviación Militar española.


AEROPLANO 28
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