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AEROPLANO 28

visita oficial a Francia. Durante la visita el Rey pudo ver un total de 72 aparatos en vuelo, lo que demuestra la potencia de la aviación francesa ya en aquel momento. Además de los aeroplanos de todo tipo, también participaron en la gran demostración dos dirigibles, ambos de la casa Zodiac: el «Commandant Coutelle», pilotado por el Conde Henry de la Vaulx, y el «Le Temps». Para recibir al monarca se habían desplazado desde París el Presidente de la República M. Raymond Poincaré, el Presidente del Consejo de Ministros M. Louis Barthou, el Ministro de la Guerra M. Eugène Estienne y el Ministro de Obras Públicas M. Gauthier. El día anterior el Rey había podido presenciar una demostración del Ejército de Tierra francés en Fontainebleau y ya se había mostrado muy impresionado por la precisión de las evoluciones de la caballería francesa. La mayoría de los aviones que se reunieron en Buc habían volado lo que en aquel momento se consideraba “largas distancias” a fin de poder tomar parte en la revista. El Teniente Munch había llegado en su Blériot desde Avord (a unos 250 Km. de distancia), siete Oficiales habían volado desde el aeródromo de Sisonne, tres desde Reims, otros tres desde Lyon y uno desde el campo de Mailly. Al llegar el Rey ya estaban en el aire el dirigible Le Temps y diversos aviones. Alfonso XIII, fue recibido por el Ministro de la Guerra M. Etienne, el General Michel, Gobernador Militar de París, el General Hirschauer, Inspector permanente de la Aeronáutica Militar francesa, el Prefecto del departamento de Seine-et-Oise M. Autrand y diversas personalidades, entre las cuales la prensa especializada destacó al Coronel Bouttieaux y a Henry Deutsch de la Meurthe, Presidente del Aéro-Club de France. El monarca iba vestido con el uniforme de Capitán General de Artillería. Alfonso XIII pudo ver en tierra 43 aviones militares “listos para despegar” según la prensa francesa, que mencionaba expresamente una Escuadrilla de 6 aviones procedentes de Sisonne, que acababa de aterrizar. También se le mostraron 15 aeroplanos civiles de diferentes marcas, “pilotados por todos los ases del aire”, que estaban alineados y listos para la visita. Igualmente pudo ver los dos dirigibles que participaron en el gran “carrusel” aéreo. Unos 12 aparatos de las Escuelas de Vuelo vecinas vinieron también a unirse a la fiesta. Primero el General Hirschauer presentó al Monarca a todos los aviadores militares presentes, colocados en dos filas. Después el Rey revisó los 30 hangares Besonneau que se empleaban para guardar los aviones. Luego visitó, “con considerable atención” según la prensa de la época, los talleres móviles sobre vehículos y toda la flota de vehículos de apoyo (furgones, camiones y remolques) de las 4 Escuadrillas de Buc, diseñados para acompañar a dichas escuadrillas en maniobras y despliegues de cualquier tipo. Alfonso XIII pasó revista minuciosamente a todo este material de tierra, hizo que le explicaran con detalle sus diferentes particularidades y “mostró todo el interés que presta a la navegación aérea”, según “lʼAérophile” (órgano oficial del Aero Club de Francia). A continuación el Rey pasó revista a los 43 aviones militares, entre los cuales había biplazas y monoplazas, monoplanos y biplanos. Después de la revista los aviones arrancaron sus motores y los 43 aviones se prepararon para despegar. Mientras los aviones militares calentaban motores y se preparaban para la gran exhibición aérea, el Rey terminó la visita saludando a los aviadores civiles (que le presentó M. Robert Esnault-Pelterie) y pasando revista a los 15 aeroplanos civiles. Alfonso XIII tuvo unas palabras amables para cada uno de los pilotos y les felicitó por sus éxitos, “que conocía perfectamente” según la revista Kindelán en un Deperdussin. Al fondo un hangar Besonneau a medio construir.


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