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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA OCT 2016

apoyar el terrorismo y ponerse del lado de los golpistas después de las tardías y tibias condenas o por las comedidas muestras de apoyo recibidas. Y es que estos últimos años de actuaciones poco democráticas y represión mediática han abierto una importante brecha y fomentado una notable falta de empatía entre europeos y estadounidenses con el mandatario turco. Tampoco favorece el entendimiento la compleja lucha contra el DAESH en Siria y Siria, ya que, aunque teóricamente alineados en el mismo bando, Washington y Ankara mantienen objetivos muy diferentes. Tanto es así que el presidente turco, en un encuentro con jefes de las administraciones rurales, criticó a los EE.UU. por su apoyo al Partido de la Unión Democrática (PYD), una formación kurdosiria fundada por el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), prohibido en Turquía, y les pidió elegir entre ellos o el PYD. Muchos turcos piensan que Estados Unidos, directamente o a través de Gülen, es el responsable del alzamiento militar, hecho que ha disparado algunos actos violentos antiamericanistas, siempre latentes en Turquía, pero ahora sin freno para que salgan a la superficie. En una clara muestra de la situación, el líder turco realizó su primera visita al extranjero tras la intentona golpista a Rusia, país con el que, hasta entonces mantenía unas tensas relaciones diplomáticas causadas por el derribo de un avión de guerra ruso que combatía en Siria. Erdogan agradeció en Moscú al presidente Vladimir Putin, no muy afín a “Occidente” en los últimos tiempos, el haber expresado tan rápidamente su apoyo. También, generando un enorme temor a que Ankara reoriente su postura hacia Rusia y China, el mandatario abrió una nueva etapa de colaboración en la que se llegó a ofrecer a las fuerzas rusas el uso de la base turca de Incirlik, clave en el golpe fallido y cuyo comandante, el General Bekir Ercan Van, fue arrestado. En estas instalaciones EE.UU. guarda parte de su arsenal nuclear y desde ella lanza ataques con aviones y drones contra posiciones del DAESH en Iraq y Siria. La sociedad de Turquía hizo frente pacíficamente a los sublevados. La inclinación pro-occidental de Turquía, miembro de la OTAN desde 1952 y hoy la segunda fuerza militar de la Alianza por detrás de la de Estados Unidos, ha sido piedra angular de su política exterior desde la Segunda Guerra Mundial. Desde Bruselas se ha recordado que Turquía, que alberga el Cuartel General del Mando Terrestre de la Alianza en la ciudad de Izmir, es un “valioso aliado y socio” y por ello su secretario general, Jens Stoltenberg, visitó el país en el que fue su primer viaje oficial a este aliado desde el intento de golpe. Desde Ankara el primer ministro, Binali Yildirim, ha Afianzado en el poder, Erdogan ha comenzado una profunda purga dentro de tolas las instituciones insistido en que EE.UU. es un “socio estratégico y no un enemigo” mientras que desde Washington se busca tender puentes para suavizar las relaciones bilaterales. El presidente Barack Obama se reunió en el marco de la cumbre del G20 celebrada en China su homólogo turco Erdogan. Fue su primer encuentro desde el golpe. Antes Obama había enviado a este país euroasiático al vicepresidente Joe Biden y al jefe del Estado Mayor, el general Joseph Dunford. Pero, pese a las muestras de “normalidad”, el problema es que la purga “ha afectado a todos los segmentos del aparato de seguridad nacional en Turquía... Muchos de nuestros interlocutores han sido depurados o detenidos”, ha dicho el Director Nacional de Inteligencia estadounidense, James Clapper. Es una situación que también preocupa al jefe del Comando Central estadounidense, el general Joseph Votel, quien ha afirmado que “indudablemente hemos mantenido relaciones con muchos de los líderes turcos y, particularmente, con mandos militares. Estoy preocupado por cómo serán en el futuro esas relaciones”. El fallido golpe militar ha supuesto, como se demostró en las calles con la defensa de miles de ciudadanos, un innegable refrendo para la democracia turca. La duda es, desde Occidente, si Turquía seguirá siendo un socio fiable, si sus Fuerzas Armadas mantendrán el nivel e implicación en la OTAN, si veremos un TURKEXIT de la Alianza o si Erdogan, que se considerará legitimado tras sobrevivir al golpe para hacerse con todos los resortes del poder es un presidente respetuoso con las instituciones y los derechos democráticos o se convierte, definitivamente, en un sultán autoritario cuyas banderas ondeen hacia Oriente y frente a Occidente. El tiempo y sus actos, que no suelen ser discretos, lo dirán. • REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Octubre 2016 839


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