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EL (NADA) EXTRAÑO CASO
DE LAS TORRES VOLADORAS
La torre de un T-80 BVM ruso destruido en el norte de Ucrania
Este artículo trata sobre la vulnerabilidad de los carros de combate rusos que les hace
proclives a que la torreta salte por los aires al ser alcanzados. Una debilidad que el autor
analiza en el desarrollo de estos blindados (T-64, T-72 y sus derivados T-80 y T-90) y
relaciona con los problemas que está experimentando el ejército ruso en Ucrania, en
buena medida heredados de la época soviética, que aún no ha sido capaz de solucionar
Hace unos días, uno de esos muchos
vídeos que nos llegan de la invasión
rusa de Ucrania nos mostraba una de
tantas imágenes de los edificios destrozados
de Mariúpol, pero con un
detalle chocante: en su interior se había
incrustado la torre de un carro de
combate. En pleno centro, tal y como
se podía apreciar en el vídeo, la torre
había penetrado por el tejado del edificio
(una típica «Jrushchovka» de la
época soviética, de cinco plantas) y
había atravesado varios forjados hasta
quedarse atascada en el tercer piso.
Quizá sea este el caso más espectacular
de «torreta voladora» en lo
que llevamos de guerra, pero no es
ni mucho menos el único. El sitio web
turco Oryx, por ejemplo, en su recuento
exhaustivo de material perdido por
Rusia durante la invasión, recoge exclusivamente
26 / Revista Ejército n.º 976 • julio/agosto 2022
aquellos vehículos cuya
destrucción o captura está demostrada
mediante fotografías o vídeo. Pues
bien, un vistazo a su ya larguísima lista
de carros de combate permite comprobar
que más de dos tercios de los
destruidos han «perdido la cabeza»,
en algunos casos volviendo a «aterrizar
» sobre el casco del tanque, pero
en otros alcanzando distancias considerables.
Este «síndrome de la torreta voladora
» es quizá un buen símil de muchos
de los problemas que está experimentando
el ejército ruso durante la
invasión. Y es que ni es nuevo, ni es
desconocido, ni es ningún misterio,
pero Rusia no ha sido capaz de resolverlo
hasta la fecha.
El origen del «síndrome» se remonta a
los años 1950-1960. Aunque la URSS
contaba con los simples pero robustos
T-54/55 y ya se estaba equipando
con los más modernos T-62, los propios
soviéticos los consideraban inferiores
a sus homólogos occidentales,
por lo que iniciaron los trabajos para
dotarse de un nuevo modelo de carro
de combate más ágil, mejor protegido
y con mayor capacidad ofensiva.
Algo que les costó mucho conseguir,
por cierto. Hasta entonces, los mejores
carros de combate soviéticos
habían sido el fruto de mejoras sobre
diseños anteriores. El T-62, por
ejemplo, derivaba del T-54/55 que, a
su vez, estaba basado en el T-44 que,
por su parte, era una versión mejorada
del mítico T-34. Carro que, aunque
con importantes mejoras, se basaba
en buena medida en los BT, que,
en fin, eran un desarrollo soviético
Fernando Frías Sánchez
Abogado y divulgador científico