LA PROFESIÓN MILITAR
Joaquín Navarro Méndez
Comandante de Infantería
Retirado
PRÓLOGO
Este artículo no tiene como objetivo
profundizar en los arcanos de la profesión
militar, dado que, sobre la misma,
personas más doctas que el autor
de estas letras ya se pronunciaron
a lo largo de la historia.
Desde esa perspectiva, este esbozo
sobre la milicia se circunscribe
básicamente a realizar una somera
exploración sobre una profesión
cuyo devenir exige un componente
vocacional, toda vez que, su singladura
está marcada por una mixtura
de servicio y sacrificio. A tal fin, se
ofrecen unas pinceladas sobre los
fundamentos que constituyen la urdimbre
4 / Revista Ejército n.º 976 • julio/agosto 2022
que sostiene el desempeño
de la misma.
Así, sin ánimo de ser exhaustivo, se
lleva a cabo una breve reflexión sobre
los valores que se consideran básicos
en el ejercicio de la esta, a la par que
se reseñan las opiniones de hombres
ilustres que a lo largo de la historia,
glosaron la profesión de las armas.
INTRODUCCIÓN
Profesión, según el Diccionario de la
Real Academia Española, es: «acción
y efecto de profesar» o bien: «empleo
u oficio que cada uno tiene y ejerce
públicamente».
En el mismo diccionario, se nos dice
que profesar es: «ejercer un cometido
con inclinación voluntaria y continuidad
en el mismo».
En este contexto, y en sentido estricto,
una profesión es una actividad laboral,
cualificada, de utilidad social reconocida,
que confiere a quien la ejerce reconocimiento
y emolumentos.
Los rasgos comunes que conforman
una profesión son, entre otros, los siguientes:
1. Una profesión es, ante todo, un servicio
a la sociedad, único, definido y
esencial.
2. Toda ocupación se basa, fundamentalmente,
en habilidades, conocimientos
y técnicas que permiten
la realización del servicio que se
presta.
3. Este dominio de técnicas y conocimientos
exige que el profesional
se someta a un periodo de preparación
especializada.
4. El profesional reclama un amplio
campo de autonomía, tanto para él
como para el colectivo al que pertenece.