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9000 en 2001: Una Odisea espacial o de VICKI en Yo, robot– han comenzado poco a poco a ser tenidas en cuenta e incluso solicitadas por diversos sectores. El motivo para un cambio como este obedece a diversos motivos, pero uno básico es el cambio de denominación: se ha pasado de considerar a las IA como conciencias no humanas que contemplaban sus propios (y dependiendo del guionista de turno, malévolos) planes a ser contempladas como ayudantes inmateriales que ahorran grandes cantidades de tiempo y recursos, gracias a nuevos algoritmos de data mining o machine learning, capaces de realizar cálculos numéricos y comprobaciones que para los humanos son muy tediosas sin sufrir ningún tipo de cansancio o aburrimiento ni decaer en rendimiento o eficacia. Es decir, la IA ya no es algo completo y ajeno a lo humano, sino una nueva aplicación (salvando los grados, que son muchos y de gran entidad) de la que sacar provecho. Actualmente, diversas áreas del conocimiento humano están contemplando como los ordenadores comienzan a realizar tareas que hasta hace muy poco eran consideradas competencias exclusivas del intelecto humano. El desarrollo y comprobación de nuevos teoremas matemáticos ya no es posible sin la colaboración intensiva de ordenadores cada vez más potentes, el cálculo de fluidos para diseños aerodinámicos que se utilizan en aviones, coches o UAS se basa en computadoras de altas características que proporcionan la solución más adecuada para los entornos ambientales que fijan los ingenieros responsables de cada uno de esos proyectos. Asimismo, nuevos fármacos son explorados mediante simulaciones por medio de las características de sus enlaces moleculares, adecuadamente cuantificadas en un programa, mucho antes de empezar a trabajar con reactivos y principios activos, por motivos de ahorros. Sin embargo, ha sido en el sistema sanitario donde se ha podido comprobar con una mayor claridad lo adecuado y claramente necesario que se está convirtiendo el disponer de un ayudante informático…, pero inmaterial. Por ejemplo, la IA de IBM denominada WATSON, en un experimento del año 2012, acertó en el diagnóstico de cáncer de pulmón en un 90 % de los casos, mientras que los médicos especialistas a los que se presentaron los mismos pacientes solo llegaron a un diagnóstico certero en el 50 % de esos mismos casos4. Por ello mismo, IA similares a la mencionada WATSON podrían empezar a ser introducidas en determinados entornos informáticos del EA, siempre con un estudio preliminar y una delimitación de funciones y capacidades clara y estable. Los procesos serían los primeros que notarían la ayuda proporcionada por dichas IA, siendo simplificados y estandarizados a niveles sin precedentes, consiguiendo subir varios órdenes de magnitud la eficiencia en nuestro trabajo y alcanzando, esta vez sí, el famoso mantra de «hacer más con menos». Con ayuda de IA, esto sería posible. El principal problema con este tipo de ayuda es que proporciona diferenciales positivos en todo Las inteligencias artificiales acabarán siendo ubicuas tipo de actividad de manera exponencial, de modo que un año o dos de tardanza en introducirlos en el inventario del Ejército del Aire se traducirá en dos o tres décadas de retraso con respecto a aquellas administraciones o servicios que si se atrevan a dar el paso adelante. Evidentemente, para introducir IA en el devenir diario del EA se precisa de una hoja de ruta que señale que áreas serían susceptibles de ser mejoradas mediante la inclusión de una IA, definir la mencionada IA en todos sus 758 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Octubre 2019


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