835 Editorial

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Editorial 25 años desde el primer Red Flag l año 1994 fue muy intenso para el Ejército del Aire. En junio participó de pleno en el primer ejercicio Red Flag: el más completo y complejo E de aquellos años y que, en muchos sentidos, continúa siéndolo hoy día. A eso hay que añadir que a finales de ese mismo año se realizó también el primer despliegue de unidades aéreas al escenario de los Balcanes para la operación Deny Flight, que situó de nuevo al Ejército del Aire en el ámbito de las misiones reales de combate (circunstancia que no se producía desde que se participara en la guerra de Ifni en 1958). La Revista de Aeronáutica y Astronáutica de octubre de ese año se hizo eco de manera monográfica de nuestra participación en el Red Flag. En cada uno de los relatos de la revista se explicaban concienzudamente los procesos de planeamiento y ejecución en las distintas áreas de actividad (SAR, operaciones especiales, transporte, reabastecimiento en vuelo, ataque, defensa, sanidad de vuelo…), y se descubría la ilusión que proporcionaban aquellas empresas difíciles que se acometían por primera vez, pero cuya experiencia forjaba a sus participantes y a las organizaciones a las que pertenecían. as fotos que ilustran ese evento en la propia revista muestran un sinfín de emociones en el personal del Ejército del Aire que allí aparece: L profesionalidad, entrega, ilusión, concentración, alegría, sentido de pertenencia, equipo… También se aprecia, por una parte, la juventud de las tripulaciones y demás participantes noveles, y por otra, la madurez de aquellos que con su experiencia daban robustez al grupo. Un grupo de élite que es al que se debe tender, y que siempre debe compaginar imaginación y sabiduría, energía y reflexión, empuje y prudencia. Ese entorno permite que surja el liderazgo a todos los niveles, que se refleja en el ejemplo dado por todos y cada uno de sus componentes al resto del grupo. Un tipo de liderazgo que provoca que cada individuo perteneciente al equipo tenga confianza en el líder, pero, sobre todo, que actúen con confianza en ellos mismos. Este factor humano es el más valioso que posee el EA, el que dicta el carácter de las acciones, lo que se decide, lo que se realiza tanto en el aire como en tierra. Pero no por ello debemos olvidar el factor material, los sistemas de armas, que determinan nuestras capacidades. El EA es un Ejército tecnológico por naturaleza, en el que la tecnología tiene un enorme peso específico; el medio aéreo en el que se desarrollan nuestras operaciones y los avances que incorporan los sistemas de armas marcan nuestra dependencia. Nuestra institución se enorgullece del empuje y energía de sus componentes, de la búsqueda incesante de la excelencia, de la obtención de nuevas capacidades, de estar mejor preparados, ser más seguros y llegar más lejos. Así es como se alcanzó el objetivo de realizar aquel ejercicio Red Flag 94, desplegando una agrupación aérea táctica completa para una operación a más de 9000 kilómetros de distancia de nuestras bases, casi en el otro extremo del mundo. odría decirse que fue uno de los hitos que ha marcado la consolidación de las capacidades actuales del EA y, de manera especial, su capacidad expedicionaria. Esa capacidad expedicionaria que no solo P caracteriza a las unidades que despliegan como un contingente junto con sus aeronaves; ni es propiedad única de los elementos de apoyo en zona de operaciones, actores imprescindibles, que posibilitan la operación. En realidad, esta capacidad expedicionaria supone un esfuerzo integral de toda la organización, que trabaja principalmente desde territorio nacional en beneficio de la operatividad de aquellos que despliegan, que garantizan su sostenimiento y aseguran el cumplimiento de su misión. De esta manera se hace posible que nuestros destacamentos sean un ejemplo de eficacia y de buen hacer, que es el de todo el Ejército del Aire. Operar fuera de nuestras fronteras, integrados dentro de organizaciones multinacionales o en coalición, en escenarios complicados, y habitualmente en bases con pocos recursos, requiere esfuerzo y estar muy bien preparado. El Red Flag de 1994 fue esa primera gran experiencia de entrenamiento avanzado en el exterior, y este aniversario es una buena oportunidad para un merecido agradecimiento colectivo a todos aquellos que hicieron posible esa primera vez, para que cuando se repita parezca más fácil hacerlo más de 25 años después. REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Noviembre 2019 835


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