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desafíos dossier 205 los que antes eran necesarias grandes inversiones. Además, el hecho de poseer constelaciones de cientos de CubeSats mejora la resiliencia o supervivencia de los servicios que proporcionan. Sin embargo, el new space también conlleva desafíos. Esta «democratización» de la tecnología permite el acceso al espacio a un número significativo de nuevos actores, tanto gubernamentales como privados, para una variedad de usos, algunos de ellos potencialmente ilegales o peligrosos para el resto de la comunidad internacional. Asimismo, la existencia de grandes constelaciones de CubeSats en órbitas bajas provoca su congestión, aumentando el riesgo de colisión con otros satélites o con basura espacial. Además, este incremento exponencial de medios en órbita conduce a una mayor competencia, particularmente en la asignación de órbitas y radiofrecuencias, constituyendo este un foco importante de conflictos entre naciones. Finalmente, estas constelaciones o «enjambres» de CubeSats, baratas en su concepción y desarrollo y, por tanto, accesibles a cualquier actor estatal y no estatal, pueden ser utilizadas como armas antisatélite (ASATS) improvisadas, solo desarrolladas hasta ahora por las grandes potencias. La congestión en órbitas bajas demuestra que existe una clara necesidad de regulación de la gestión del tráfico espacial (space traffic management, STM) y que las naciones deben ser conscientes de este desafío según avanzamos hacia el futuro. La aplicación y exigencia de revista de aeronáutica y astronáutica / marzo 2020 políticas y regulaciones STM serán extremadamente complejas, ya que requieren el consenso internacional y compleja y sofisticada tecnología para que su gestión sea eficaz y automática. Por otra parte, será necesaria una agencia u organización internacional con competencias globales para gestionar la administración y gobernanza de la STM. La implantación de un sistema colaborativo a bordo de los satélites, como la identificación amigo-enemigo (IFF) en la navegación aérea o el Sistema de Identificación Automática (AIS) en la navegación marítima, facilitaría las tareas STM. La militarización del espacio se inició en los años 60 justo después del lanzamiento del satélite Sputnik en 1957, y a pesar de algunas ideas emergentes relativas a la tendencia a la weaponization del espacio, no es posible afirmar que esto esté ocurriendo en este momento, ya que no existe un acuerdo común sobre este término (¿estamos hablando de armas letales, energía dirigida, perturbación, maniobras hostiles, etc.?). Sin embargo, podemos asegurar que el acceso al espacio más fácil, barato y rápido que vemos en la actualidad proporciona a algunos nuevos «actores» la capacidad de amenazar la libertad de acceso y la explotación del espacio. La segunda sesión se dedicó a analizar los factores clave en determinar la organización de las Fuerzas Armadas más adecuada para dirigir los asuntos militares espaciales. Hasta ahora, muchos países han avanzado muy bien en el desarrollo de diferentes sistemas espaciales dedicados a funciones tales como la observación de la Tierra, las comunicaciones y el posicionamiento, navegación y cronología (PNT, positioning, navigation and timing). Sin embargo, hoy en día, necesitamos proteger nuestros activos en órbita, por lo que es primordial saber lo que acontece en el espacio con el fin de responder a todo tipo de amenazas y peligros espaciales. En general, el desarrollo de la capacidad de conocimiento de la situación espacial (space situational awareness, SSA) se considera un requisito previo para proteger los medios satelitales. Además de la SSA, la evaluación de las intenciones es fundamental para tener la capacidad de reaccionar adecuadamente, aunque se podrían adoptar otras opciones de respuesta en cualquier otro ámbito operativo. En cuanto a las mejoras de las cuestiones espaciales en el ámbito militar, en los últimos años se han adoptado diversas iniciativas de desarrollo de capacidades espaciales. Aunque estas iniciativas se han iniciado a menudo en el sector de la defensa con un enfoque ascendente (bottom-up), últimamente parece que hay un número creciente de iniciativas descendentes (topdown) que tratan de abordar el problema desde un


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