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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 862

vante para apoyar el proceso de toma de decisiones en cuestiones relativas al ciberespacio. Aunque este proceso se alimenta de manera mayoritaria de los datos e interacciones procedentes del entorno virtual, necesita incorporar los productos generados por todos los medios de recolección de información utilizados por un servicio de inteligencia, incluyendo las fuentes humanas. El carácter novedoso de este concepto explica que exista una escasa producción doctrinal sobre su contenido y funciones. Es frecuente que la literatura que aborda cuestiones relacionadas con la ciberinteligencia de por supuesto su significado, lo que termina afectando negativamente a la coherencia y solidez de muchas de sus conclusiones. Una de las definiciones más interesantes de ciberinteligencia es la planteada por el Centro de Tecnologías Emergentes de la Universidad Carnegie Mellon, el cual expone una formulación sencilla, pero eficaz: “La adquisición y análisis de información para identificar, rastrear y predecir cibercapacidades, intenciones y actividades que ofrezcan vías de actuación para mejorar la toma de decisiones 4”. Las características del objeto de interés de la ciberinteligencia implican que los analistas deben poseer el suficiente conocimiento técnico para comprender la estructura y lógica de funcionamiento del ciberespacio y sus actores, pero también dominar los procedimientos propios del análisis de inteligencia estratégica5. De manera complementaria puede delimitarse la cibercontrainteligencia (CCI) como el ámbito que engloba las medidas destinadas a identificar, penetrar o neutralizar operaciones de inteligencia hostiles que utilizan el ciberespacio como mecanismo para recopilar información6. En este sentido, puede optarse por esta definición: “Todos los esfuerzos realizados por una organización de inteligencia para prevenir que adversarios, organizaciones de inteligencia enemigas u organizaciones criminales puedan acceder y recopilar información digital sensible o inteligencia a través de ordenadores, redes y equipamientos asociados 7”. La cibercontrainteligencia posee una vertiente defensiva y otra ofensiva, las cuales, aunque son distinguibles, no son separables. UTILIDAD DE LA CIBERINTELIGENCIA La implementación de procedimientos orientados a generar ciberinteligencia permite no sólo disfrutar de un sistema predictivo de alertas relativas a las amenazas provenientes del ciberespacio, sino también contar con la información necesaria para mitigar su impacto, y evaluar desde el punto de vista de la eficiencia económica las decisiones a adoptar en el ámbito de la ciberseguridad8. Uno de los problemas más acuciantes a los que se ven sometidos los directivos de empresas e instituciones es la de tomar decisiones sobre la asignación presupuestaria basándose en información incompleta o deficiente sobre las amenazas a las que se puede ver sometida su organización. Un estudio del Ponemon Institute titulado “El coste de la contención del Malware”9 cifraba en casi 17.000 el número de alertas de ciberseguridad que reciben de media a lo largo de una semana una organización. Menos del 20% de las mismas podían ser catalogadas como “creíbles”, sin embargo, el coste de evaluar y articular una respuesta a estas alertas erróneas suponía un coste medio de 1,27 millones de dólares al año. En un contexto internacional globalizado donde la tecnología hace crecer de manera exponencial la inter-conexión entre individuos y sus capacidades, los decisores necesitan contar permanentemente con información relevante sobre qué deben temer y que no. La inversión en ciberseguridad se enfrenta a la dificultad de establecer una métrica que permita conocer hasta qué punto el gasto realizado ha producido un retorno. Este problema de medición se ve agravado por la cuestionable percepción de que más gasto significa más seguridad, a lo que se añade la REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Abril 2017 317


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