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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 864

dossier de escuadrón) y maniobrando en función de la amenaza, mientras tirábamos chaff y bengalas (señuelos radar e infrarrojos). La noche se iluminaba con destellos en nuestras colas. Mientras maniobrábamos, me pude percatar de que el cielo entero estaba iluminado por bengalas en diferentes sitios y a diferentes alturas. Ninguno de los cazas en zona llevaba las luces puestas, por lo que todas las luces que resplandecían de un fogonazo y se iban apagando en el área eran las de otros aviones amigos defendiéndose también. Había llegado la hora de atacar. Como lección aprendida de vuelos anteriores nos percatamos de que los agresores eran tremendamente astutos a la hora de atacar inadvertidos justo en el momento en el que los cazas están lanzando su armamento aire-suelo (y que es a su vez cuando más vulnerables son). Por ello, y dado que en esta misión teníamos una ventana/franja de ataque muy amplia, decidimos que íbamos a adaptar unas tácticas que nos permitieran darnos cobertura entre nosotros sin necesidad de apoyo de otros aviones. Era lo más parecido a un binomio de infantería o a una pareja de helicópteros de ataque: uno de los cazas se quedaba orbitando perpendicularmente al eje de amenaza por encima de su compañero mientras este atacaba a los blancos en el suelo y cubriéndolo por si entraba cualquier amenaza, y una vez que el primero abatía sus blancos, se invertían los roles. Y así se hizo, y así abatimos otros dos cazas enemigos que intentaron sorprendernos ¡Qué sensación la de estar disparando un misil mientras el cielo se llena de bengalas y el suelo se ilumina con los fogonazos de las bombas de tu formación explotando sobre sus objetivos! Una combinación de adrenalina, satisfacción, y duda al plantearse si en caso de ser una misión real, en un teatro de operaciones real, habría lugar en mi cabeza para el “miedo”. Miller time: Último objetivo abatido. Nos vamos. La ruta de vuelta, aunque más directa hacia la frontera amiga, no estuvo exenta de reacciones contra misiles lanzados por SAM hasta que por fin llegamos a zona segura. Misión cumplida, volvemos a casa. En el camino de vuelta una pareja de F-16 estadounidenses nos pidió que les llevásemos a casa en una formación MARSA. Y así lo hicimos. Les pasamos a nuestra frecuencia, les fuimos dando órdenes como si de otro más de nuestra formación se tratase, y los llevamos a la toma. Una vez en el suelo, y a la espera del debriefing, los capitanes observadores y de apoyo del MACOM nos felicitaron ante lo que, a primera 490 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Junio 2017


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