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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 864

dossier impresión, ya que ellos podían monitorizar la misión en tiempo real desde el suelo, parecía haber sido una misión muy satisfactoria para nosotros y en la que además de haber abatido los objetivos y haber derribado aviones enemigos, habíamos sobrevivido a un sinfín de misiles disparados por los SAM. Pero la recompensa más grande fue la cara del capitán Redondo. El capitán Redondo, piloto de nuestro escuadrón que había sido “raptado” para apoyar al MACOM en la organización del ejercicio, tenía una sonrisa de medio lado y su mirada decía mucho más que un “buena misión, chavales”. Su mirada decía “estoy orgulloso de vosotros, mis chavales”. Era la mirada de alguien que era consciente de que lo que estábamos haciendo en el Red Flag era mucho más que el resultado de 5-6 meses de preparación de un ejercicio. Era mucho más que la prueba de fuego de la capacidad aire-suelo del avión que había tenido que llevarse de cero a cien en esos cinco meses. Era mucho más que otro examen para el Ala 11, que ya llevaba varios hitos en su haber (principalmente el destacamento en Estonia o el haber aprobado un CAPEVAL en su primer intento) Era la mirada de alguien que sabía que la misión que acabábamos de llevar a cabo, y el Red Flag en sí, eran resultados de una filosofía de trabajo. Que si habíamos derrotado misiles SAM era por haber creado, practicado e instintivizado unas reacciones defensivas y haberlas plasmado en unos SOP. Que si habíamos derribado aviones era por haber hecho lo mismo con unas tácticas aire-aire muy avanzadas e innovadoras y haberlas plasmado y transmitido a través de unos SOP. Que habíamos podido entrenar esos SOP gracias a la eficacia de los que desde el escuadrón buscan que tengamos esa eficiencia en el entrenamiento mientras otros velan porque lo hagamos de manera segura. Y que todo esto había sido a costa de habernos quitado innumerables horas de tiempo libre a lo largo de muchos años, dedicadas a pulir y limar cada detalle de las misiones, buscando ir un siempre un poco más allá y “dando briefings hasta las tantas”. Porque a diferencia de lo que algunos piensan, no “está todo escrito”. Luis sabía que la misión, era el resultado y prueba de la profesionalidad, a lo largo de muchos años, de todos los que componen el Grupo 11 del Ala 11. Y es en estos momentos en los que uno se puede parar, esta vez por mucho más de medio segundo, a disfrutar de otra sensación: ORGULLO. • REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Junio 2017 491


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