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Editorial Recursos para el futuro del Ejército del Aire l Ejército del Aire cuenta, y contará en el futuro, con un excepcional equipo de personas que conocen y cumplen con precisión la E misión que se les encomienda. Nuestra organización avanza al ritmo de la tecnología y el resultado del esfuerzo de los aviadores dependerá tanto de su preparación como de la disponibilidad de unos recursos que garanticen la necesaria superioridad frente a las amenazas. La espina dorsal del Ejército del Aire es y seguirá siendo su Sistema de Mando y Control Aéreo y sus sistemas de armas asociados. Con ellos se garantiza el cumplimiento de nuestra misión principal y son nuestra aportación más decisiva a la acción conjunta, por lo que deberán ser objetivo prioritario en la gestión de recursos. En paralelo, hemos de seguir mejorando nuestra capacidad expedicionaria y mantener los sistemas que nos permiten cumplir las misiones que se nos A asignen en el marco de la acción aérea del Estado. corto plazo, hay que sostener las capacidades actuales y recuperar aquellas que se pudiesen haber perdido. Partimos de un escenario en el que los problemas generados por la crisis siguen latentes y se reflejan en datos como la avanzada edad media de nuestras flotas de aviones, a lo que hay que sumar los recursos que demandan los nuevos cometidos de los que el Ejército del Aire es responsable. La vigilancia y control espacial requerirá de tecnología puntera e implicará un esfuerzo conjunto con el mundo civil. El empleo de drones o RPAS, por las posibilidades que aportan a las fuerzas propias, no dejará de aumentar, como tampoco desaparecerá la amenaza que suponen cuando se emplean con fines ilícitos. Todo ello requerirá flexibilidad y rapidez para dotarse de los medios idóneos, mediante procesos que habrá que compatibilizar con o incluir en el sistema de planeamiento de la defensa. El futuro trae consigo otros retos además de la necesaria renovación de nuestras aeronaves, que han dejado de ser ya el único elemento que define las capacidades de la Fuerza Aérea: las nuevas generaciones de aviones que se incorporen en el futuro no serán eficaces si no contamos con los medios de información y comunicaciones que aseguren su mando y control y la explotación de los productos que generen. Tampoco lo serán si no protegemos adecuadamente nuestros sistemas cibernéticos, cuya estructura se prevé muy distinta de las redes cerradas presentes en la actualidad. Todo ello soportado por la infraestructura adecuada y operando con un sostenimiento puntero que garantice su efectividad. Además, habrá que prestar mayor atención a la parte de los sistemas que generan los efectos, que son en muchos casos el auténtico talón de Aquiles de la fuerza: el armamento, los sensores y los equipos de autoprotección y de guerra electrónica. ara obtener ese conjunto de medios, el Ejército del Aire hace su planeamiento a futuro en el marco del sistema de planeamiento de la P defensa, siendo el JEMAD el responsable de priorizar entre las peticiones de los Ejércitos y de la Armada en función de los escenarios y de la amenaza. Se trata de un proceso complejo, más aún si cabe dados los tiempos que transcurren entre el diseño y la provisión de los sistemas de armas, especialmente los derivados de programas multinacionales o los más sofisticados. Por otro lado, las tecnologías se desarrollan a una velocidad tan alta que debemos monitorizar el presente para poder aprovechar las oportunidades que ofrecen. Los tiempos que se avecinan pueden generar tecnologías disruptivas en conectividad, computación, materiales, fuentes de energía, sistemas autónomos, inteligencia artificial o realidad aumentada. Debemos estar preparados para detectarlas e incorporarlas a nuestras capacidades existentes o futuras, así como a nuestros sistemas de enseñanza, de comunicaciones, infraestructuras o a los propios procesos de sostenimiento. Y también, si es necesario, para hacer frente a las amenazas que puedan traer asociadas. El dinamismo tecnológico, unido a la complejidad del planeamiento de Defensa nos exige «ir por delante del avión» en la gestión de recursos, para lo que necesitamos el apoyo constante de las autoridades de planeamiento, que son las que gestionan el presupuesto. En suma, hemos de dar el salto de unas capacidades basadas en elementos (aeronaves, radares, misiles…) a otras basadas en sistemas completos, que incorporen la tecnología punta del momento y que entiendan el concepto «mando y control - sistema de armas - efector - protección - sostenimiento» como un todo. Así podremos garantizar que en el EA, el Ejército tecnológico por excelencia, sigamos estando preparados para afrontar los nuevos retos y desafíos, cumpliendo con nuestra misión. REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Abril 2019 227


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