Page 161

REVISTA IEEE 1

160 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 1 / 2013 a la transformación de Abu Sayyaf en un simple grupo criminal33. Un juicio similar ha recibido el MIU (Movimiento Islámico de Uzbekistán, organización que, a lo largo de la década de 2000, ha llegado a controlar el 70% de las rutas por las que transita el opio y la heroína afganos, para su posterior traslado a diversos países de Asia Central34. No obstante, en la medida en que ninguno de estos grupos ha renunciado públicamente a la violencia ni a su ideario, ni a sus objetivos políticos o religiosos, parece prudente seguir considerando a ambos como ejemplos de hibridación entre terrorismo y crimen organizado. Lo cual no es necesariamente incompatible con el predominio entre su militancia de motivaciones económicas, en detrimento de las políticas. 3.3 Cooperación con grupos y organizaciones criminales. La colaboración entre grupos u organizaciones terroristas y de crimen organizado admite dos formas y diferentes niveles. Una tiene lugar cuando un grupo u organización criminal decide prestar apoyo a una estructura terrorista, por motivos de afinidad ideológica o religiosa. Se trata de una opción poco menos que abstracta, con escasas ilustraciones empíricas. Por lo que respecta a nuestro tema, el caso más cercano corresponde quizá a la D-Company, una organización delictiva india de militancia musulmana, cuyo líder, Dawood Ibrahim, fue durante muchos años el máximo jefe criminal de Bombay, con una intensa participación en el tráfico de drogas, armas y seres humanos, y en actividades extorsivas y de blanqueo de dinero. Una oleada de ataques callejeros contra la población islámica, desatada en la India entre 1992 y 1993, fomentó la radicalización de Ibrahim y sus seguidores, hasta propiciar el inicio de una intensa colaboración con varios grupos yihadistas de la región, incluyendo a la organización terrorista pakistaní Lashkar-e-Tayyiba, aliada natural de Al Qaeda. Tal cooperación se concretó en la participación conjunta en varias campañas de atentados en suelo indio que produjeron centenares de muertes35. La segunda forma de colaboración nace de intereses puramente prácticos y conlleva algún intercambio material o transacción económica. La compra de armas, explosivos o documentación falsa a grupos criminales es un recurso al que los terroristas pueden recurrir cuando carecen de las capacidades u oportunidades necesarias para obtener tales productos por sus propios medios. Así, diversos informes acreditan que varios militantes de la propia Al Qaeda mantuvieron contactos con organizaciones criminales rusas y de Europa del Este, con el fin de comprar material nuclear, químico y biológico, si bien parece que los mafiosos acabaron engañando a los terroristas en las 33  PALACIÁN, Blanca. “Abu Sayyaf: la pequeña gran amenaza terrorista en Filipinas”, Documento de Análisis del Instituto Español de Estudios Estratégicos, 34/2012. Disponible en: http://www.ieee.es 34  CORNELL, Svante E. “The Narcotics Threat in Greater Central Asia: Fromm Crime-Terror Nexus to State Infiltration”, China and Eurasia Forum Quarterly, vol. 4, nº 1, 2006, pp.37-67. 35  SARKAR, Sumita y TIWARI, Arvind. “Combating Organised Crime: A Case Study of Mumbai City,” Faultlines, vol. 12, nº 5, 2002; KING, Gilbert. The Most Dangerous Man in the World: Dawood Ibrahim, Nueva York: Camberlain Bros., 2004.


REVISTA IEEE 1
To see the actual publication please follow the link above