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67 Miguel García Guindo Insurgencias: la competencia por los recursos... su parte, exigían evidencias palpables de avances democráticos en la administración del territorio. La intervención de una fuerza internacional de paz hizo posible que se firmara, el 9 de enero de 2005, el Acuerdo Comprensivo de Paz (CPA por sus siglas en inglés). Garang, por su parte, se convirtió en vicepresidente del Gobierno de Jartum, mientras que Ahmad al-Bashir se mantuvo al mando. Finalmente, la decisión de autodeterminación fue aprobada por plebiscito, en 2011. A modo de reflexiones finales En resumen, la violencia insurgente que se ejerce contra los ciudadanos es una respuesta a la amenaza que, desde la perspectiva rebelde, se cierne sobre la supervivencia de sus grupos armados. Así, el miedo a sucumbir actúa como un poderoso elemento de motivación para seguir cometiendo actos violentos. En situaciones de mayor competencia, en cambio, los insurgentes suelen refugiarse propiciando un clima de intensificación de la violencia, con el único propósito de retener su privilegiada posición en la gestión monopolizada de los recursos. La aceptación de las teorías que se centran en los recursos, que establecen nexos entre su captación—utilización y el nivel de coerción desplegado por muchos grupos armados, implica reconocer que son éstos recursos los que dirigen el comportamiento de los actores. Dicho de otro modo: allá donde la disponibilidad se presenta elevada, podemos preguntarnos si hay también motivos suficientes para que la insurgencia establezca una relación contractual con la población. Con ello, queremos plantear que las insurgencias cambian estratégicamente sus horizontes temporales (desde el corto plazo hasta uno más alejado en el tiempo y viceversa) independientemente de la dificultad o facilidad que tienen a la hora de reclamar esos recursos como propios. Sin embargo, como hemos tratado de poner de manifiesto a lo largo de estas páginas, en algunos casos las insurgencias puede modificar su perspectiva, en función de un criterio fundamental: si cuentan o no con un espacio político para mantener el monopolio que ejercen con relativa facilidad. Ha alcanzado cierto predicamento una visión de las nuevas guerras en la que se enfatiza el protagonismo de individuos carentes de cualquier justificación ideológica en el desarrollo de los conflictos contemporáneos. A menudo, se resalta la presencia de estos milicianos en función de los vínculos que mantienen con las redes del crimen organizado a escala internacional. Aunque ese análisis puede resultar de utilidad para explicar algunas de las conductas violentas que han tenido a la población civil como objetivo, no resulta tan pertinente sin embargo cuando se analizan determinados acontecimientos que han protagonizado estos colectivos. Como hemos expuesto, el comportamiento coercitivo en que incurrió el SPLM contra la población del sur de Sudán, durante las décadas de 1980 y 1990, no guarda


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