Page 93

Revista de Aeronáutica y Astronáutica 849

Autogiro La Cierva C-6. las de pequeño paso positivo continuaba girando en una corriente de aire ascendente una vez cesado el impulso inicial y seguía proporcionando sustentación. A este hecho, que se denomina “autorrotación” en los modernos helicópteros, de la Cierva lo denominó “autogiración”, de ahí el nombre que dio a su aeronave: autogiro. Los primeros modelos construidos por de la Cierva (C-1, C-2 y C-3) no lograban volar de un modo estable, porque la sustentación asimétrica volcaba el autogiro hacia la derecha. Para el modelo C-4 concibe que las palas estuvieran articuladas en batimento, es decir, unir las palas al buje del rotor mediante una articulación del eje horizontal, para que éstas, en su giro sobre el eje de la aeronave, igualasen la diferencia de sustentación. Así, el 17 de enero de 1923 y pilotado por Alejandro Gómez Spencer, consiguió realizar varios vuelos en línea recta, paralelos a la carretera que une Getafe con el Cerro de los Ángeles. Poco más tarde, el 31 de enero, trasladado el C-4 a Cuatro Vientos, se homologó oficialmente un vuelo, en circuito cerrado, de más de 4 km. de distancia y tres minutos y medio de duración, alcanzando una altura de 25 metros: había nacido el autogiro y ya solo quedaba perfeccionar el invento. Institucionalmente, fue la Aviación Militar la que apoyó más decididamente a de la Cierva. Así cuando éste agotó sus recursos financieros, consciente de la importancia de este invento, le ofreció sus talleres y el laboratorio aerodinámico. Usando fuselajes y otras partes de los Avro 504, los talleres fabricaron el C-6 (en 1924) y el C-6 bis (1925). El primero de ellos, pilotado por Joaquín Loriga Taboada, voló de Cuatro Vientos a Getafe sin ningún problema y el C-6 bis fue el primer aparato de ala giratoria que realizó demostraciones con éxito fuera de España. Sin embargo, el interés comercial e industrial por el invento en nuestro país fue escaso, por lo que en 1926 se creó la empresa The Cierva Autogiro Ltd. en Londres. En 1929 se fabrica en Gran Bretaña por la empresa Avro el C-19MK, con una fundamental mejora consistente en conectar el rotor superior al motor mediante un embrague, siendo el primero de los modelos construidos en serie. Pero sin lugar a dudas, su autogiro más célebre fue el C-30, que incorporaba dos avances fundamentales: el mando directo (que eliminaba los alerones y el timón de dirección) y el despegue directo o “despegue al salto”, por medio de un rotor autodinámico. De este modelo se llegarían a fabricar más de 150 unidades en varios países, sirviendo durante la Segunda Guerra Mundial en la RAF. En 1932, la Aviación Militar española tenía un autogiro C-19MK-4P, con motor Genet de 60 cv, traído en vuelo por los capitanes Cipriano Rodríguez y José Pazó desde Hanwork y dos C-30 traídos por pilotos ingleses en diciembre de 1934. Asimismo, la Aviación Naval adquirió otros dos C-30, empleados durante la revolución de octubre en Asturias. El insigne inventor murió el 9 de diciembre de 1936 en accidente aéreo de un DC-2, cuando se dirigía a Amsterdam desde Inglaterra. A pesar de la herencia dejada por Juan de la Cierva, su desaparición fue una pérdida para la continuidad del desarrollo del autogiro. En nuestro Museo se exhibe un C-6, réplica a escala 1:1, donado por la Comunidad de Murcia, tras ser exhibido en la Exposición Universal de Sevilla en 2002. Asimismo se exhiben un C-19MKP4, ejemplar original fabricado en 1932 por la empresa AVRO y un C-30, réplica construida por la Maestranza Aérea de Albacete, con algunas piezas originales, que voló el 15 de enero de 1998, pilotado por el teniente coronel Fernando Iglesias, por lo que la Maestranza recibió el prestigioso premio internacional Fénix a la mejor reconstrucción. Después de un accidente en el año 2000, fue entregado al Museo. Autogiro La Cierva C-30. REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Diciembre 2015 1099


Revista de Aeronáutica y Astronáutica 849
To see the actual publication please follow the link above