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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 846

rro; cuando la comitiva llegaba al cementerio de la Purísima Concepción, han aparecido en el cielo dos escuadrillas de aparatos; una de Havilland Rolls –la que brillantemente mandó en vida el infortunado aviador– otra de Napier más un Fokker. Todas evolucionaron magistralmente sobre los términos del cementerio arrojando flores. Nota de El Vigía: Antes de que transcurriera un año, el capitán Alfonso Gaona Pastor era ascendido al empleo de comandante. Hace 90 años RReefuueerzoos Melilla 2 septiembre 1925 Procedente de Tetuán, a mediodía aterrizó sin novedad en el aeródromo de Tauima, el Grupo de escuadrillas Fokker que manda SAR el Infante don Alfonso de Orleans y Borbón. Lo componen diez aparatos; y entre los pilotos, además del referido jefe, figuran los capitanes Rambaud y Azcárraga (Eduardo); tenientes Negrón, García López, Jack Caruncho, Méndez Parada y el suboficial Cappa. Como observadores vienen los capitanes Rodríguez Caula y Elviro; tenientes Barroeta, Alorda, Rodríguez Carmona y Entero; además de los sargentos bombarderos Rubio y Mansilla. A poco de tomar tierra, el Infante se trasladó a la base de hidros de Mar Chica, donde ocupará habitaciones preparadas al efecto. Esta tarde, en la Comandancia General han cumplimentado al general Sanjurjo. En la fotografía, a su paso por Tablada, los componentes de la Escuadrilla son saludados por los Infantes D Luisa y D. Carlos, a quienes acompaña el capitán Eduardo Azcárraga. Los que vivió este cronista, ahora hace 55 años, cuando emulando a los reporteros extranjeros, se convirtió, en pionero de los españoles al visitar –vuelo incluido– una instalación del Ejército del Aire, la Escuela Básica de Pilotos, establecida entonces en la base aérea de Matacán. Con la autorización del Mando y el apoyo de mi amigo el coronel Ibarreche, quién cuando lo ví en Burgos camino de Salamanca, se apresuró a recomendarme a sus compañeros El 29 de septiembre de 1960 hice mi presentación; realizaba el curso la XII Promoción AGA, de la que formaban parte varios amigos y el comandante Enrique Villar me dio el primer vuelo (45 min) en el T-6; una formación con el avión del capitán Enrique Roa Labra, quien llevaba al bueno de don Pablo Laporte, comandante meteorólogo y excelente fotógrafo, que retrató a nuestro T- 6, como yo lo hice al suyo. Al día siguiente, en vuelo de una hora y 20 minutos, Villar me dio una clase magistral que incluyó instrumentos, acrobacia y doble mando. Acostumbrado a la “Bücker”, aquello me pareció otro mundo. Para remate, gracias a la bondad del jefe de la base, coronel Sanchíz, marqués de Pescara, que lo permitió, el teniente Carlos Díez Aixemeno me acercó a mi tierra, llevándome en su T-6 a Santander a donde iba de “fin de semana”. Inolvidable aquel vuelo a baja altura, con la cabina abierta y oyendo música clásica!!! Pero es de los personajes de quienes quiero hablar. Villar, junto a los recordados Cruzate, Grandal, Casteleiro (Juan Ángel), Echeveste... se había hecho piloto en Alemania durante la guerra civil, regresando a España cuando prácticamente se había alcanzado la paz. En el transcurso de su vida profesional, es destacable la “toma” que con los tres motores un “Junkers”, parados por avería, llevó a cabo en un sembrado del pueblo lucense de Corneas en julio de 1950 (R de A y A 7-8/2005). Su destreza, no solo salvó a los dos tripulantes y cinco pasajeros que le acompañaban, sino que el avión sufrió mínimos daños. La imposibilidad de sacarlo en vuelo y la ausencia de caminos de acceso para retirarlo desmontado, motivaron que tras dos años de forzada inmovilidad, acabara desguazado en el lugar donde se posó. Coronel jefe del Ala 22, ya mayor –falleció a los 94 en 2011– tuve el placer de reencontrarme con él en Casa Manolo, que bien podía titularse “Casa del aviador”. Enrique Roa, miembro de una de las más extensas familias aeronáuticas, pertenecía a la X Promoción de la AGA; tras su etapa de Proto en Matacán, pasó a Iberia. En el periodo que ejerció de instructor en la Compañía, en las Navidades de 1972 con un Fokker F-28, sufrió un grave accidente al tomar tierra en Bilbao-Sondica con un problema técnico y malas condiciones meteorológicas. Carente la pista de una amplia zona de seguridad se salió de pista cayendo por un desnivel de 8 metros. El avión se partió y la tripulación resultó gravemente herida. Les fui a visitar al hospital y estaban mal, especialmente Carlos Ausín quien quedó parapléjico. Enrique, restablecido, volvió a volar y artículos suyos, referentes a su profesión, pudieron leerse en la prensa. Aún joven víctima de enfermedad, falleció en Pamplona el 3 diciembre 1989. Don Pablo Laporte era y siguió siendo toda una institución en Matacán. Jefe del observatorio meteorológico y profesor de las distintas Escuelas, se desplazaba por la base en bicicleta, a cuyo manillar le había adaptado un suplemento (tubo de hierro y mango de madera), puesto que a consecuencia de un accidente le había quedado un brazo más corto que otro. Fue el 16 de julio de 1959 cuando el “Junkers” pilotado por el capitán Julio Canales con dos tripulantes y tres pasajeros, por parada de motor hubo de “meterse” en una loma de la Sierra de Ávila; para aligerar el trimotor y alcanzar el punto elegido, arrojaron la carga de paracaídas destinados a la Escuela Básica y entre ellos ¡la guerrera del piloto!! La toma fue violenta y todos resultaron heridos. El 1º de abril de 1982, con motivo de su jubilación, Don Pablo fue objeto de un cariñosísimo homenaje en Matacán. MMoommeenntoos ppaaraa reecoorddaar REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Septiembre 2015 795


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