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MEMORIAL DE CABALLERIA 84

Los guiones incorporándose a la Plaza del Obradoiro 38 Memorial de Caballería, n.º 84 - Diciembre 2017 125 Aniversario del Patronazgo de Santiago Apóstol deslizan sobre los laterales cerrando los maleteros, observado con desdén, cabeza girada y apoyada sobre el ventanal vibrante por el ronroneo del motor, todo ello observado desde la cómoda butaca del autobús de regreso a Valladolid. Son las seis de la tarde del día 30 de junio de 2017 y veo alejarse de mi ventanilla la silueta de la Residencia Militar de Estudiantes Teniente General Barroso en Santiago de Compostela. Inconscientemente siento que la persona que apenas hace unos días partió junto a su jefe y el guion de la unidad, amén de los pertrechos personales, ya no es la misma. ¿O sí soy consciente? ¿Es quizá el cansancio acumulado de treinta y seis horas de peregrinar el que me nubla la consciencia, o es la vívida consciencia la que está descubriendo que una parte de la gloria a la que accedieron nuestros valerosos jinetes del pasado se me presentó brevemente haciéndome partícipe, siquiera unos instantes, y es esa inmensa emoción la que me está nublando la vista? ¿Dónde está mi guion?, ¡ah! Ahora recuerdo que con sumo cuidado hace unos minutos lo introduje en la bodega del autobús. Lo añoro, deseo volver a portarlo, ya no siento cansancio, estoy nuevamente incorporándome a la plaza del Obradoiro por la Rúa San Francisco, la que dicen, la del lateral al Parador de los Reyes Católicos, junto a los otros dieciséis guiones del Arma del sacrificio. No se echa en falta a ninguno, estamos todos, formamos un cuadro y la banda de trompetas y tambores nos lleva en volandas a nuestro puesto en formación. Los aplausos de peregrinos y gentiles erizan mi epidermis. No falta nadie, incluso mi querida cabalgadura sobre seis ruedas de mil y una aventuras, el VEC, está allí. Corcel con el que galopé en Mostar, Trebinje, Istok, Diwaniyah y Marjayoun, valeroso adalid de la vieja patria de la piel de toro. La intensidad de los recuerdos y vivencias luchan por igual frente al deseo de descanso ante las casi seis horas de camino de regreso, cuando algo me dice que si no lo cuento todo se desvanecerá. He sido un privilegiado testigo de hechos que merecen ser compartidos. Decido por tanto que, al compás de los hitos kilométricos que uno tras otro se relevan en el itinerario de regreso, un relato de lo acontecido durante la celebración del 125 Aniversario de la ratificación del Patronazgo exclusivo del Apóstol Santiago para el Arma de Caballería es posible, antes de arribar a la casa solariega del Arma. Es jueves, 29 de junio, me despierto en la Academia de Caballería en Valladolid y no soy consciente de lo que un largo día puede devenir. Ayer por la tarde me había despedido de mi jefe, a quien había acompañado desde la guarnición de nuestra unidad hasta Valladolid, prometiéndole que el guion llegaría intacto a Santiago de Compostela, volviendo a reunirnos. Recojo mi guion y junto al resto nos conducen para hacer la foto oficial previa al inicio de la Marcha peregrinación en el Patio de Armas de la Academia de Caballería. Fríamente nos saluda-


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