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tiempos, pero qué bonitos. Estos servicios se combinaban con los de Capitán de Día, uno cada dos semanas que se sumaban a las alarmas. No recuerdo una época más exigente para nosotros y nuestras familias, pero tampoco recuerdo otra en la que el compañerismo, la entrega y el esfuerzo generoso por el Escuadrón fuera semejante. Cambiar un servicio casi nunca era un problema, siempre había alguien dispuesto. Cuanto mayor era la demanda, mayor era la disponibilidad de todos. Mirage IIIDE con sus tanques afilados de 500 litros Eso nos marcó y nos enseñó a todos los maniseros el auténtico espíritu de unidad y el privilegio de servir a España con alegría. Y la plancheta allí, a nuestro lado, en el barracón. Compañero inseparable. El ambiente en Manises era especial; creo que todos los que pudieron verlo podrán confirmarlo. Los profesionales que encontré allí, igual que los que nos antecedieron y los que nos sucedieron, eran sencillamente admirables. Serios y exigentes en el trabajo a la vez que divertidos y animados a la hora de la diversión. Los guateques de los viernes, las fiestas de disfraces en el Pabellón de Oficiales, las fiestas de la Patrona, las celebraciones de fallas… todo era parte de lo mismo, de la vida de la unidad, de la vida con nuestros compañeros, con nuestros amigos. Era un estilo de vida que deberíamos perpetuar en todas nuestras unidades. El Ala 11 con su histórico emblema con el «Vista, suerte y al Toro»; las hienas del 111 y 112 Escuadrón; el marco con «El piloto de caza debe ser joven, sano, fuerte, acróbata y voluntario en su destino; de alto espíritu combativo y gran acometividad» de García Morato Línea de Mirage IIIEE en una base francesa que presidía la sala de operaciones; junto con el trabajo alegre de todos los aviadores que componían la unidad, representaban el genuino espíritu de la caza española. Un espíritu encarnado en el Mirage III, La plancheta, con su diminuta cabina, su oscuro camuflaje y sus afilados tanques de 500 litros que le permitían picar a 0 Gs y PC MAX para acelerar rápidamente y retomar la energía suficiente para maniobrar, como se espera de un avión de caza. En cierta forma, es como la propia vida del piloto de caza: periodos de gran esfuerzo y rápidamente a recuperar energías para volver al combate diario con acometividad. A finales de los 80, el Ejército del Aire estudió una propuesta de CASA y CECELSA para modernizar el avión que no salió adelante. Una pena, porque los maniseros lo deseábamos de corazón para alargar su vida y la de la propia Base. El día 30 de septiembre de 1992, hace ahora algo más de 25 años, los Mirage III, La planchetas, hicieron su último vuelo en el Ejército del Aire. Con su último vuelo de vuelta a casa, de la mano de los míticos controladores del GCA de Manises (Soret, Epi y compañía), los Mirage III proyectaron al futuro una forma de entender la aviación, la propia del espíritu de caza. Este espíritu sacrificado y alegre que no debemos olvidar jamás. Desde que tenía ocho años recuerdo en mi casa una maqueta del Mirage III. Una maqueta que sigue presente hoy en mi cuarto de estar. Estoy seguro de que todos los que hayan volado este avión seguirán teniendo su propia maqueta en el salón, bien a la vista. Representa tantas cosas… • REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Mayo 2018 349


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