VETERANOS PARACAIIDIISTAS
CARTA DE DESPEDIDA DE UN
ARTILLERO PARACAIDISTA
Banderín de la 2.ª Batería de obuses (foto: Sdo. Jairo Batanero) CLP Fco. José Oterino Moro
Aún sin asimilarlo del todo, llega el momento
de marcharme y volar, aunque mi vuelo en este
momento, sea más bajo que el del resto de mis
compañeros que también se despiden.
De todos modos, nunca nos vamos del todo, pues
el rokiski y el Espíritu Paracaidista te acompañan
siempre a todas partes y yo, personalmente, he
sentido la 2.ª Batería como mi casa y, a vosotros
como mi familia.
En los cuatro meses que estuve en el CEFOT 2
(Centro de Formación de Tropa), me dio tiempo
para hablar de muchas cosas con los compañeros
de mi ciclo, después de casi tres años de «boina
negra» estos compañeros merecen algo más que
palabras, mucho más.
El primer recuerdo de mis comienzos en esta
Batería viene de la mano de un «vais a aprender»,
y, vaya que si aprendimos, por la cuenta que nos
traía. No olvidaré jamás a todos los componentes
de la pieza, mucho menos al sargento, que decía
que quería opositar para Correos después de
nuestras primeras maniobras en Teleno.
Dejando a un lado todas las anécdotas que
recuerdo, me siento agradecido con todos los
compañeros que han estado apoyándome en
los peores momentos, incluidos los que han
soportado mis momentos de «asfixia». También a
mandos y a tropa, que con paciencia, han logrado
que todos seamos uno en esta batería.
Escribir esto no habría sido igual si ese
reluciente banderín amarillo, que el otro día
brillaba al sol en el relevo de mando de la Batería
y que levantaba el cabo Rejón, no me hubiera
acompañado durante casi tres años y me hubiera
inspirado en estas palabras.
Para acabar, querría agradecerle al teniente
Piqueras su dedicación y calidad humana que ha
hecho que esta batería sea la mejor del Grupo de
Artillería. Seguro que será un buen precedente
para el teniente Arias, al que deseo toda la suerte
del mundo.
Al CLP (Caballero Legionario Paracaidista)
Sánchez Mesa, que no me ha hecho del todo
mala la convivencia y al resto de compañeros
y amigos, decirles que sigan la senda que los
antiguos les han marcado en lo bueno, y que
eviten las tentaciones de caer en lo malo.
Haceros saber que en la Guardia Real me
tendréis para lo que necesitéis y solo me queda
una cosa por añadir:
Tan verdad como que la muerte no es el final,
este no será el final para poder gritar «MUERTE».
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