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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 862

dossier A los ocho años, seremos sargentos primeros, como su nombre implica; el mejor entre los sargentos. Deberemos cuidar de ellos, pues el sargento primero evita que los sargentos cometan los errores ya conocidos. Es un empleo de consolidación técnica de la especialidad fundamental en el que al final del mismo tendremos que haber demostrado un profundo conocimiento de nuestro campo de actividad. Tras superar un curso de actualización y una posterior clasificación, optaremos al siguiente empleo. Un brigada es ya un suboficial “senior” es decir, que posee señoría. Además de la preparación tanto técnica como en valores, se nos exigirá unas cualidades personales y por supuesto continuar con el cumplimiento veraz de los objetivos expresados en nuestras Reales Ordenanzas. Es en este empleo, cuando realizamos el cambio hacia la segunda fase de la carrera, evolucionando hacia la especialidad complementaria que nos encaminará hacia funciones logísticas y administrativas. Debemos tener presente que la guerra es también el arte de lo logísticamente posible y que para que un sargento dispare, alguien le habrá tenido que conseguir el cartucho. El brigada es semejante a un auditor/contable, pues debe ser capaz de transmitir mediante informes, una fiel imagen de los recursos asignados a su tarea y del grado de cumplimiento de la misma. Siguiendo el proceso de clasificación podremos optar al empleo de subteniente combinando galón y estrella. Aquí se resume verdaderamente la globalidad de toda la carrera del suboficial pues, por su experiencia, conoceremos el funcionamiento de la organización a todos sus niveles y sus inter-relaciones funcionales incluso con órganos externos. El subteniente dirige el proceso de obtención de resultados y propone al mando las mejoras o correcciones oportunas para su desarrollo; además, debe conocer con exactitud a todo su personal, para poder calificarlos con la mayor equidad. Podremos, acorde al campo de actividad, ejercer de auxiliar de escuadrilla o liderar un taller. Sólo unos pocos alcanzaremos el empleo de suboficial mayor, en el que relegamos a un segundo plano la especialidad fundamental y el campo de actividad, para dedicarnos a tareas más estratégicas relacionadas con las personas y con los valores militares. Los jefes y compañeros esperan ser atendidos en demandas y necesidades y será difícil ajustar las solicitudes de éstos junto a los requerimientos de aquellos. Tendremos que saber navegar entre dos aguas apoyado en una anticipación casi visionaria. La función principal será la de consejero, mentor y orientador. El suboficial mayor se esfuerza en obtener el mejor Ejército del Aire posible ese, que algún día, todos soñamos tener. Este camino dura décadas. En la entrada, nos miden el nivel de conocimientos, es decir, “lo que sabemos”; desde ese momento, cada uno decide “lo que quiere hacer”, siendo este binomio el que verificará, con el tiempo, “lo bien que lo hace”. Estas tres dimensiones, aptitud, motivación y actitud son interiores, personales e intransferibles, por lo tanto alimentemos su valor trabajando en positivo con rigor intelectual. No obstante, existe una cuarta dimensión; la oportunidad. Esta, no depende de uno sino que es externa y obedece al momento y al lugar. Potenciémosla; buscando las puertas abiertas, no seamos inmovilistas, atrevámonos a salir de nuestras zonas de confort y busquemos siempre nuevos retos. 298 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Abril 2017


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