DICIEMBRE 2019
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Definitivamente sí estaríamos en condiciones. Sí es viable la evolución que precisa
nuestro CIS militar para asumir como propia la tecnología que requiere el nuevo ESC2S,
para ser usuarios eficaces de las tecnologías que exige, y servir de plataforma de experimentación,
prueba, y análisis de los desarrollos tecnológicos que la industria definirá,
facilitando así el buen desarrollo del liderazgo en el proceso.
Dos aspectos más completan el óptimo perfil de liderazgo que ofrece España. En primer
lugar, la contrastada capacidad para encabezar proyectos ya sea desde el punto de vista
industrial, militar, o institucional, ilustrada en los múltiples ejemplos de los párrafos precedentes.
Y en segundo lugar, el bagaje organizativo que aporta haber desarrollado con
anterioridad a nivel nacional una arquitectura normativa de referencia y una estructura orgánica
única, tan imprescindibles para el adecuado desarrollo y gestión de un sistema de
mando y control complejo como es el ES2CS. A nivel nacional, y en el ámbito estratégico,
se ha conseguido reunir la gestión de los sistemas de Propósito General y de Mando y
Control en el CESTIC, se ha logrado centralizar la organización de la arquitectura CIS, y se
ha establecido un único Plan Estratégico CIS (PECIS). Dando lugar, a partir del PECIS, a
una única “Infraestructura Integral de la Información de la Defensa” (I3D), que engarza coherentemente
las plataformas que, desde el nivel estratégico incluido hasta el operacional
y táctico, satisfacen las necesidades de comunicación e información de todos los actores.
5. NECESIDAD DE UN CENTRO DE EXCELENCIA EN CONSONANCIA
Este liderazgo de programa, como es obvio, no puede basarse exclusivamente en capacidades
nacionales, puesto que si bien son punteras a nivel europeo, no son totales,
y por otra parte se trata, con independencia del liderazgo, de programas plurinacionales
en los que se debe aunar las capacidades CIS de los países de la UE, tanto por sinergia
como por política.
Así planteado el programa, debe estar complementado por mecanismos de participación
plurinacional que aseguren el acuerdo de intereses políticos, industriales y doctrinales.
Los dos primeros parecen estar ya asegurados, en el primer caso por la Agencia
Europea de Defensa (EDA), y en el segundo por la oficina de programa.
El primero, la EDA, se define a si misma como “un núcleo de colaboración de la defensa
europea” ayudando a sus estados miembros11 a mejorar sus propias capacidades
de defensa (desarrollo de sus propios recursos militares) por medio de la cooperación
europea, y, a los estados que así lo deseen, a desarrollar capacidades conjuntas a nivel
Unión Europea. Se trata pues de un foro de encuentro imbricado entre los niveles político
e industrial de los países que la componen.
Su dependencia política al más alto nivel está clara, al colgar directamente de la Alta
Representación de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, perteneciente
a la vicepresidencia de la Comisión Europea. Tiene sede en Bruselas, y la dirige
a efectos ejecutivos el español Jorge M. Domecq.
La segunda, actualmente a cargo de la DGAM, tiene por finalidad el desarrollo técnico
del proyecto, asegurando la participación de los recursos industriales (empresas) de las
naciones participantes en el proyecto con intereses económicos, tecnológicos y estratégicos
en el mismo. Apoya al nivel político en la integración industrial de los países en el
proyecto, vela por la compatibilidad tecnológica del mismo y materializa su ejecución. En
11 Los estados miembros de la EDA son 27, todos los miembros de la Unión Europea menos Dinamarca.