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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 852

Las fuerzas afganas aún mantienen en vuelo varios L-39C checos para entrenamiento de sus pilotos. golpe de estado comunista de 1978, se produce un acercamiento a Moscú que se traduce en un importante suministro de cazas Mig-21 y transportes An-24 y An-26. En 1979 los asesores soviéticos en el país cambian su papel por el de “tropas de combate” dada la caótica situación política que vive Afganistán, inestabilidad que acabará desembocando en una invasión que se prolongará hasta el 14 de febrero de 1989, fecha en la que el Ejército Soviético se retira formalmente de territorio afgano. Durante este tiempo se reforzó notablemente a la Fuerza Aérea de Afganistán con fines muy claros: intentar derrotar a las fuerzas de los rebeldes muyahidines, disuadir la involucración de terceros y hacer del poder aéreo un pilar para afianzar el gobierno pro soviético de Mohammad Najibulá. Las aeronaves en servicio superaron las 400, haciendo de los afganos una “preocupación” para algunos de los países vecinos con sus 240 cazas y cazabombarderos de fabricación soviética (90 MiG-17, 45 MiG-21, 45 Il-28 y 60 Su-7 y Su-17), 40 aviones de transporte Antonov y 150 helicópteros de los modelos Mi-8 y Mi-24. La mayoría eran pilotados por asesores rusos, checoslovacos o cubanos, de los que hubo 5.000 junto a los 7.000 miembros de las fuerzas afganas. Con el fin de la ocupación soviética estalló la guerra civil y la Fuerza Aérea afgana, que contaba entonces con unas 350 aeronaves, se dividió entre las cinco facciones beligerantes. Cuando los talibanes tomaron el poder tras una sangrienta guerra civil que se prolongó de 1992 a 1996 solo dos de los contendientes contaban con aeronaves operativas. El régimen de los fundamentalistas islámicos consiguió mantener relativamente en vuelo, y gracias a la canibalización, hasta cinco MIG-21MF, diez Sukhoi-22, cinco L-39C, seis Mil Mi- 8, cinco Mi-35 y unos pocos An-12, An-26 y An-24/32. En 2001 llegaron las fuerzas occidentales y lo que no ya era chatarra fue convenientemente reducido a ese estado o capturado. Reactivada en 2002, hoy la Fuerza Aérea afgana es la heredera de la mermada Fuerza Aérea del Ejército Nacional afgano y del Cuerpo Aéreo del Ejército Nacional afgano. Con apenas unas decenas de aparatos, ninguno de ellos cazabombarderos de última generación, ni supersónicos, ni hasta ahora excesivamente destacables por sus prestaciones, la ANAAF está siendo reconstruida y modernizada por la NATO Air Training Command-Afghanistan (NATC-A), sucesora de la Combined Air Power Transition Force (CAPTF), como parte del Combined Security Transition Command-Afghanistan que lideran los Estados Unidos. Está dividida en tres alas: la primera en Kabul (con el Cuartel General), la segunda en Kandahar y la tercera en Shindand, Herat, empleada también como centro de entrenamientos. En enero de 2008 el entonces Presidente Hamid Karzai, durante la inauguración del nuevo cuartel general en el Aeropuerto Internacional de Kabul, afirmó que la fuerza aérea de su país había renacido. Por primera vez desde hace décadas nuevas promociones de pilotos afganos están siendo formadas. Entre ellos hay que mencionar a Niloofar Rahmani. En 2013, con 21 años, se convirtió en la primera mujer piloto de la Fuerza Aérea afgana tras la caída del «El gran salto de la Fuerza Aérea afgana se produjo en los Cincuenta con el impulso que dieron los asesores soviéticos y todo el material aéreo que trajeron consigo» 274 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Abril 2016


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