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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 852

Tripulación: 1 (A-29A), 2 (A-29B). Longitud: 11,33 m. Envergadura: 11,14 m. Altura: 3,97 m. Peso vacío: 3.020 kg. Peso cargado: 4.520 kg. Peso máximo al despegue: 5.400 kg. Planta motriz: 1 turboprop Pratt & Whitney Canada PT6A-68C. Potencia: 1.600 SHP. Hélices: 1× Hartzell HC-B5MA-2 de 5 palas por motor. Velocidad máxima operativa (Vno): 320 nudos. Alcance: 4,820 km. Techo de vuelo: 35,008 pies. Armamento: 2 × ametralladoras 12,7 mm FN Herstal M3P situadas en las alas y en los soportes 1.500 kg de armas externas en cinco puntos duros bajo el fuselaje y alas: 1 cañón automático GIAT M20A1 de 20 mm.; 3 ametralladoras FN Herstal HMP M3P de 12,7 mm.; 4 ametralladoras Dillon Aero M134 Minigun de 7.62 mm.; bombas convencionales Mk 81/Mk 82/M-117; bombas incendiarias BINC-300; bombas de racimo BLG-252; bombas guiadas de precisión FPG-82/SMKB-82/GBU-54/GBU-38/ GBU-39/Paveway II; misiles aire-aire AIM-9L “Sidewinder”/ MAA-1A “Piranha”/Python 3/Python 4; y misiles aire-tierra AGM-65 “Maverick” y Delilah AL. 279 una amenaza directa. Las fuerzas del DAESH, que no están sujetas a estas limitaciones, son una potencial amenaza estratégica y reciben frecuentes visitas de los cazabombarderos estadounidenses en su bastión de Nangarhar. La guerra en Afganistán, que comenzó en 2001 con la invasión internacional liderada por fuerzas estadounidenses y acabó con el derrocamiento del régimen talibán, atraviesa una de sus etapas más violentas y complejas. De acuerdo con un reciente informe del Pentágono sobre Afganistán la situación de seguridad se ha deteriorado desde julio “con un aumento en ataques eficaces de los insurgentes y un aumento de las bajas”. Esta guerra, la más larga y relegada que ha librado EE.UU., superó su propia cifra de víctimas por la violencia en 2015, tal como recoge el último informe emitido por la UNAMA, la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán. El recuento indica que 3545 personas perdieron la vida y 7457 resultaron heridas, números que suponen un cuatro por ciento de aumento respecto a las de 2014 y fijan un nuevo récord nada ilustre desde que comenzaron a contabilizarse medirse las víctimas del conflicto en 2009. Tampoco se han librado de la sangría las fuerzas de seguridad afganas, que han sufrido también un récord de bajas después de tomar la plena responsabilidad en mantener la seguridad del país. Con la retirada de los militares occidentales los talibanes controlan más territorio que en ningún momento desde 2001. No ha comenzado plenamente la temida ofensiva primaveral y los insurgentes han avanzado por el sur y el este, donde controlan los distritos de Musa Qala y Nawzad en la provincia de Helmand, mientras que en el norte lograron su mayor victoria en estos años de guerra al capturar temporalmente la ciudad de Kunduz, un duro revés para las tropas locales y los esfuerzos occidentales. La llegada a la presidencia de Ashraf Ghani ha traído apertura y la posibilidad de mantener un diálogo que permita pensar en una posible paz en el país. Tras varios intentos fracasados, principalmente por la muerte del líder y fundador de los talibanes Mohammad Omar (el mulá “tuerto”) y las luchas internas posteriores por el poder, Ghani ha vuelto a ofrecer los talibanes conversaciones directas que se traduzcan en una participación política y en un proceso de paz con el Gobierno. En la conmemoración en Kabul del 27º aniversario de la retirada de las tropas soviéticas el presidente afgano aseguró que “si el objetivo (de su lucha) es la participación política, nuestra Constitución no excluye a nadie”. En un llamamiento poco habitual recordó a las fuerzas armadas opositoras, tanto a los talibanes como al resto de “oponentes” que la constitución del país está fundamentada en los “valores islámicos” y permite a todas las “partes” y “grupos” utilizar la vía política para alcanzar sus objetivos, por lo que alcanzar el poder no puede seguir llamándose “yihad” o guerra santa. El ministro de Exteriores afgano, Salahuddin Rabbani, ha señalado que todas las facciones insurgentes deben aprovechar “esta buena oportunidad” y rechazar la violencia, si no es así, ha recordado la advertencia de que se usará toda la fuerza contra los grupos armados que “rechacen” unirse al proceso. De ser necesario, buena parte de esa responsabilidad recaerá en renovada Fuerza Aérea afgana. • «A comienzo de año llegaron a Kabul las primeras cuatro, de veinte unidades, encargadas del Embraer A-29 “Super Tucano”» El “Super Tucano” es capaz de llevar a cabo misiones de apoyo aéreo cercano, escolta armada, vigilancia o interdicción aérea.


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