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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 853

«En los últimos 50 años las actividades humanas en el Espacio han creado más residuos que todos los meteoritos llegados del Sistema Solar en miles de millones de años» turbaciones en las transmisiones y en las observaciones. Hasta ahora el coste de estos daños y de la amenaza ha sido “aceptable” frente al de reemplazar los satélites operativos, unos 100.000 millones de euros, o hacer una limpieza efectiva de las órbitas que permita seguir lanzado satélites de todo tipo. Pero el riesgo, ya más que real, de perder todos estos satélites de telecomunicaciones, meteorológicos, navegación o las misiones para vigilar el clima, con el impacto crítico que tendría para la sociedad, están impulsando la creación de un mecanismo legal que evite la proliferación de basura espacial, de carácter obligatorio para las naciones y empresas, y la construcción de sistemas eficaces para la eliminación activa de residuos. Ambos están lejos, ni siquiera “en la rampa de lanzamiento”, pero incluso se plantea ya su financiación a través de impuestos vinculados a las actividades espaciales. Con más de 60 naciones operando en el Espacio, el problema del crecimiento exponencial de los desechos orbitales hace imprescindible que se produzcan colaboraciones internacionales efectivas para concebir y desarrollar estrategias que lo mitiguen. Dificultades para la limpieza hay muchos. El principal el coste. Después, las complejidades técnicas de desarrollar una “escoba espacial”, la complicación de retirar residuos que están en órbitas diferentes y viajan a velocidades vertiginosas o definir responsabilidades. Los gastos de retirar la chatarra y las cuestiones legales sobre la propiedad y la autoridad para retirar satélites consumidos han obstaculizado las medidas nacionales o internacionales. El derecho espacial actual dispone que la propiedad de todos los satélites es de sus operadores originales, tanto misiones activas como aquellas que ya se han convertido en residuos, incluso las que amenazan a sus congéneres vivos. A los complicados aspectos jurídicos y diplomáticos del asunto hay que añadir que los propietarios legítimos podrían protestar por una limpieza ajena o decidir, si se da una norma internacional de supuesto cumplimiento obligatorio, no retirar su basura del vecindario. Mientras agencias, científicos y compañías piensan y desarollan métodos de “barrido”. Los estadounidenses trabajan con un láser de baja potencia, el “Broom”, para reducir la altura REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Mayo 2016


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