Laboratorio central de combustibles del CLOMA

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Laboratorio central de combustible del CLOMA Corría 1983, año en el que se lanzaba al mercado el primer “compact disc”, tenía lugar el primer vuelo del transbordador espacial Challenger y se descubría el asteroide 9007 James Bond, cuando el Estado Mayor del Aire creaba el Laboratorio Central de Combustibles del Ejército del Aire, con la misión primordial de llevar a cabo el control de calidad del combustible de aviación militar. Ubicado en la Base Aérea de Cuatro Vientos, en la actualidad el Laboratorio se encuadra dentro de la estructura orgánica del Centro Logístico de Material de Apoyo (CLOMA), manteniendo el espíritu con el que se creó. Entre sus cometidos se encuentra realizar los controles de calidad del combustible de aviación tanto a la recepción como durante el almacenamiento, que será posteriormente repostado a las aeronaves pertenecientes al Ala 48 ubicadas en la Base Aérea de Cuatro Vientos. La importancia de estos ensayos estriba en la necesidad de verificar que nuestras aeronaves vuelan bajo condiciones de seguridad y que ningún parámetro sensible queda a la arbitrariedad de suministradores o a contaminaciones fortuitas que pudieran provocar un fatal accidente. En esta misma línea y dada la complejidad de nuestros preciados sistemas de armas, se hace necesario verificar también la fiabilidad de todos aquellos productos funcionales (grasas, aceites, hidráulicos, etc) que colaboran en el buen funcionamiento de aeronaves y elementos de aviación. Al contar con la gran ventaja de que desde el Almacén Número 3 del CLOMA se realiza la compra centralizada de productos funcionales tanto de aviación, como de automoción, para todo el Ejército del Aire, el Laboratorio analiza los productos adquiridos antes de que sean suministrados a todas las Unidades del Ejército del Aire, manteniendo así tanto los niveles operativos como la trazabilidad sobre los mismos, análisis siempre basados en las normas militares, civiles y normativa OTAN que les corresponden. En contra de lo que se pueda pensar, la verificación de productos no termina ahí, los productos funcionales suministrados tienen una caducidad impuesta por normativa OTAN, siendo el Laboratorio del CLOMA el encargado de volver a analizarlos por si procediese su baja o ampliación de vida útil, a petición de las Unidades del E.A. o de oficio. En un mundo que avanza a una velocidad vertiginosa, siempre a la altura de las necesidades de la sociedad, en el que nos hemos acostumbrado a ver en las pruebas deportivas y grandes eventos musicales pequeños drones que graban nuestros movimientos, el Ejército del Aire ha adquirido vehículos aéreos no tripulados, para los que también se hace necesario el control de calidad del combustible que utilizan y que, a diferencia de la mayor parte de las aeronaves del E.A., se trata de gasolina 100 LL, contando en el Laboratorio del CLOMA con los medios necesarios para realizar los ensayos de verificación de calidad de este combustible, gracias al espíritu previsor de la dirección del mismo, que se adelantó a los acontecimientos para tener los equipos de ensayos antes del sistema de armas. Dice James C. Collins, escritor y conferenciante sobre gestión empresarial, que “las personas no son el mejor activo de una organización; las personas adecuadas son el activo más importante de una organización”. Y de nada servirían procedimientos, normativa y equipos si no se contase con el personal necesario para llevar a cabo todas las actuaciones que tiene encomendadas, personal altamente cualificado sin el cual nada sería posible. El grupo de trabajo, integrado por las personas adecuadas, que hace posible el buen funcionamiento del Laboratorio, está encabezado por un Oficial del Cuerpo de Ingenieros del E.A. de la especialidad de química, que vela por el cumplimiento de la normativa tanto nacional como internacional y que debe contar con un bagaje de conocimientos Ana Agra Gutiérrez Teniente de la Escala Técnica de Ingenieros 696 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Julio-Agosto 2016


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