Editorial El Ejército del Aire y el horizonte 2030 OMO consecuencia de la crisis de Ucrania y la situación en Oriente Próximo, durante la Cumbre de la CC OTAN en Cardiff en verano de 2014 los jefes de Estado y de Gobierno discutieron sobre la necesidad de disponer de “….unas fuerzas modernas, robustas y capaces, con un alto grado de disponibilidad por tierra, mar y aire y para hacer frente a los retos actuales y de futuro…”. El Mando Aliado de Transformación (ACT) recibió el encargo de liderar el proyecto para determinar las capacidades necesarias del Poder Aéreo en el horizonte del año 2030 y, en base a ellas, hacer recomendaciones a largo plazo que sirvieran como guía para el próximo ciclo del Proceso de Planeamiento de Defensa OTAN (NDPP). En ese camino se ha definido el Futuro Entorno de Seguridad, se han caracterizado los posibles entornos operativos en el marco temporal de referencia y se ha hecho un estudio de cuáles serían los roles principales del Poder Aéreo en esos entornos. El proceso concluye con una serie de recomendaciones sobre las capacidades estratégicas que deberán estar presentes en el diseño de las Fuerzas Aéreas de la Alianza. ENTRO de un estudio muy extenso, cabe reseñar algunas de las características más importantes del Futuro Entorno DD de Seguridad. Habrá una gran variedad de actores de naturalezas muy diferentes, tanto estatales como no estatales. Los cambios se producirán a una velocidad sin precedentes, lo que hará más difícil la predicción del comportamiento de dichos actores y la generación y desarrollo de posibles crisis y conflictos. Por otra parte, la proliferación tecnológica pondrá al alcance de todos esos actores armamento y capacidades de última generación, reduciendo muy significativamente la ventaja militar aliada. Como consecuencia, deberemos planear unas fuerzas aéreas capaces de ganar y mantener la libertad de acción en escenarios disputados, contra amenazas de nuestro mismo nivel, y no sólo en operaciones de baja intensidad como ha sido la tónica de las últimas décadas. Parte de este futuro se anticipa ya en los actuales escenarios “Anti Access/ Area Denial” (A2/AD). También la USAF, llega a conclusiones similares en un estudio denominado Air Superiority 2030 Flight Plan, en el que se expone la necesidad de tomar decisiones a muy corto plazo para desarrollar a tiempo nuevas capacidades. Entre otras propuestas, se plantea una aproximación “Sistema de Sistemas” y abandonar el desarrollo de programas tradicionales, por ejemplo, una 6ª generación de cazas, en beneficio de un nuevo proceso más ágil y rápido, que permita construir prototipos y probarlos para su entrada en servicio mucho antes de los plazos habituales. ODAS estas recomendaciones de nivel estratégico deben transformarse en capacidades concretas: aviones TT tripulados, RPAs, armamento, personal... En el entorno nacional la reciente Directiva del Concepto de Empleo de las FAS dibuja un panorama estratégico muy parecido, adaptado a nuestras especificidades nacionales. Es decir, nos enfrentamos a los mismos retos y desafíos y por lo tanto deberíamos, salvando las distancias, llegar a conclusiones parecidas respecto a las capacidades y el dimensionamiento necesario del Poder Aéreo. En paralelo, está en marcha la elaboración de un borrador para una futura Ley de Programación Militar que permita disponer de un horizonte estable de recursos a largo plazo. Dicha ley podría llevar asociado un objetivo de fuerzas y capacidades. Esos objetivos se encuentran ahora mismo en definición y deben ser realistas y coherentes con el análisis de futuro y estar sincronizados con la línea de OTAN. En particular, debe contemplar adecuadamente la mayor probabilidad de escenarios de alta intensidad y los roles del poder aéreo para seguir garantizando el cumplimiento de nuestras misiones y la libertad de acción de la Fuerza conjunta. REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Julio-Agosto 2016 563
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