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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 859

Estelas (3ª parte. Ejército del Aire) Estela: Rastro que deja tras de sí en el agua o en el aire un cuerpo en movimiento. Aquella mañana Susana, de 8 años, ha salido a pasear en bicicleta con su padre por el paseo marítimo. El dibujo de la estela de un avión sobre el cielo llama la atención de su padre. Mira hija: qué estela más bonita, ¡cierra los ojos y pide un deseo! –le dice su padre–. Al abrirlos, mientras otro avión les sobrevuela, a escasos metros de ellos aparece una botella en el suelo. Momentos después, el aparato realiza una descarga de agua sobre el mar. Es un avión apagafuegos del Ejército del Aire realizando un vuelo de instrucción. –¡Papá!, ¡papá!, ¿has visto lo que ha caído?– dice la niña. –¿El qué?, ¡qué raro!–responde el padre. –Raro no papá, seguro que tiene que ver con mi deseo. –¡No hija, no! en un avión no se puede colar una botella… estaría ahí ya antes. –¡No papá, no! Y ¡mira!, tiene un mensaje dentro– contesta Susana, mientras abre la botella. Con gran curiosidad, padre e hija dejan las bicicletas aparcadas y se disponen a leer los mensajes que hay dentro de la botella. Son dos cartas para los Reyes Magos: una a Melchor y otra a Gaspar. ¡Dos cartas! –piensa la niña– Está claro que falta la tercera. Pero todo es muy extraño; ¿qué hacen dos cartas tan diferentes y desde dos puntos tan distantes juntas? Padre e hija no salen de su asombro. Susana lleva todo el día tan obsesionada con las cartas y con esa botella procedente del cielo que su padre decide llamar a su buen amigo, el capitán Juan Medina, que este año va a pasar a la reserva, y para el que prepara una bonita despedida. Él es un experto en este tipo de “situaciones”. Tiene que hacerla olvidar esas cartas y convencerla de que ningún avión se las ha llevado. No existe ningún motivo alguno para que se las lleven. A primera hora del día siguiente se presentan Susana y su padre en el Aeródromo Militar de Pollensa dispuestos a que el capitán les aclare la duda de si en los depósitos del avión se podía haber colado la botella y de dónde podía proceder ésta. Juan, al ver a Susana, al sentir su mirada llena de incertidumbre, decide dar un giro a las respuestas que tiene preparadas y pactadas: –¡Juan! ¿has visto lo que me ha mandado el cielo?– dice la niña –Sí, claro que lo he visto. Es seguro que la botella cayó del avión– responde Juan con firmeza ante la gran sorpresa de su padre. –¡Sí! ¿tú crees?.... ¿Has visto papá? Yo tenía razón. –Créeme, son dos cartas muy importantes para dos Reyes Magos y para tí. –¡En serio!– responde la niña. –Yo creo que si esa botella ha caído junto a tí es para darte un mensaje, un mensaje del Rey Baltasar. –¿Del Rey Baltasar?– contesta ella con incredulidad. – Escúchame, en las cartas un niño duda de la existencia de los Reyes y a otro le da igual; únicamente quiere tener unos papás. Tú, sin embargo, eres muy afortunada: tienes unos papás que te adoran y sabes que los Reyes Magos existen, aunque no son esos señores que vemos en la tele o en la calle, están en tu corazón, ¿verdad? Baltasar ha pensado que necesita recordarte lo afortunada que eres tú y tantos niños como tú a los que no les falta de nada. –¡Claro, claro! Pero no te entiendo – replica Susana. –¡No me entiendes!– responde Juan un tanto contrariado. En ese momento, el capitán le enseña a Susana con su móvil imágenes de niños en condiciones lamentables y estas fotos impresionan a la pequeña. Susana se mira a sí misma de arriba abajo y se va corriendo a dar un abrazo a su padre. Ahora le ha comprendido: –Escribe tu carta y métela en la botella con las otras. Yo las lanzaré desde el avión al mar– dice Juan. –¿Mi carta?– responde la niña. –¡Claro! Una carta llena de ilusión, para que el Rey Baltasar vea que sabes la suerte que tienes y que tú no has perdido ni una chispa de ilusión, esa ilusión que debes conservar toda tu vida. Sin ella estarás perdida. –¡Sí, sí, es verdad! Papá, me tienes que ayudar a escribirla. –Melchor y Gaspar se encargarán de que Yago y Abdur recuperen también la ilusión y de que sean felices– afirma Juan mientras guiña un ojo al padre de la niña. Horas después, despega un avión apagafuegos de Pollensa con una misión “extra”. Las cartas de los tres niños vuelan juntas. Las huellas, ondas y estelas procedentes de tierra, mar y aire que les han unido en este viaje quizás, algún día, más adelante, también les podrían volver a unir. Pero eso, ellos y nosotros lo ignoramos. • 1104 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Diciembre 2016


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