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REVISTA AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 843

Cada astronauta consume actualmente alrededor de dos kilos de alimento por día en un una dieta de unas 3.000 calorías diarias. Durante los 10 vuelos del programa Gemini, de 1964 a 1966, se mejoraron la variedad, sabores, textura y el envasado de los alimentos además de hacer menús acordes a los gustos personales. También se incluyeron líquidos, como los zumos de manzana o naranja, se perfeccionó el aporte calórico (2.500 kcal/día, la OMS recomienda 2.000 para una persona de 60 a 70 Kg. de peso), se consiguió reducir el volumen de la comida transportada y se incrementaron los controles sanitarios. Las misiones Apolo, 1968 a 1972, llevaron al hombre a la Luna y muchas novedades a las tripulaciones. Por primera vez pudieron utilizar cubiertos, recipientes termoestabilizados, latas y envases flexibles esterilizados y contaban con agua caliente para rehidratar alimentos que ya, por fin, sabían mejor. Novedad fueron los alimentos irradiados al igual que las barritas de frutas y cereales y menús mucho más variados que incluían huevo revuelto, espaguetis, salchichas o ensaladas de atún. Las estaciones espaciales soviéticas Salyut y Mir, o la estadounidense Skylab, ampliaron los periodos de permanencia en órbita y con ello la necesidad de proporcionar alimentos con una caducidad prolongada. La mayoría de la comida se almacenaba en latas, aunque al cielo llegaron las primeras cocinas espaciales con frigoríficos, hornos y microondas. Los tripulantes ya no solo ganaron enteros en satisfacción gastronómica, también lo hicieron en el modo de disfrutarla al contar con espacios para comer, con mesa, sillas fijadas al suelo, bandejas o imanes y velcros para fijar la cubertería. A cambio, para evitar incidencias con los sistemas de vuelo y experimentos, eran necesarios 90 minutos al día de “tareas domésticas” dedicados a profundas limpiezas. Estos módulos orbitales permitieron llevar a cabo intensas investigaciones sobre las condiciones de habitabilidad, el metabolismo humano y la nutrición en el Espacio, aumentando el aporte calórico hasta las 2.800 kcal/día. También «Gherman Titov, en la Vostok 2, fue el primero en ingerir alimentos en el Espacio» Una tradición internacional en órbita, desde el primer acople Soyuz-Apollo, es disfrutar de una buena comida compartiendo alimentos. REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Mayo 2015 455


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