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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 861

Dado que el TESS observará todo el cielo (es decir, 400 veces más que la superficie de la bóveda celeste vista por el Kepler durante su misión original), tendrá a su disposición estrellas de muy diferentes tipos y distancias (incluyendo muchas relativamente cercanas a nosotros). Por eso, se espera que los planetas resultantes de esta búsqueda sean también muy variados. Se confía que puedan hallarse muchos planetas rocosos, y que algunos puedan estar situados incluso en la zona habitable de sus respectivos cuerpos estelares, donde es posible el agua líquida y, quizá, la vida. Las estrellas objetivo de TESS serán entre 30 y 100 veces más brillantes que las del Kepler, que se hallaba limitado por las que estaban contenidas en la pequeña zona a la que podía prestar atención originalmente. En otras palabras, algunas serán más luminosas, pero muchas otras serán más cercanas. El hecho de que los candidatos pertenezcan a sistemas planetarios bastante próximos, lo que llamaríamos el vecindario del Sol, facilitará una siguiente fase, durante la cual tanto el TESS como otros observatorios podrán efectuar investigaciones profundas de los planetas encontrados y de sus hipotéticas atmósferas. Se obtendrán así datos sobre la masa de los planetas, sus densidades o las propiedades químicas de las atmósferas. Yendo más allá, TESS elaborará un amplio catálogo de objetos, que después será utilizado por misiones como el JWST, el sucesor del Hubble, cuya enorme capacidad, sobre todo en el infrarrojo, le permitirá observarlos con gran detalle. TRABAJANDO DESDE UNA ÓRBITA ESPECIAL El cohete que lo enviará al espacio, desde Cabo Cañaveral, en Florida, Estados Unidos, situará al observatorio en una órbita muy elíptica y alejada de la Tierra. Lo que se quiere obtener con esto es evitar las molestas interferencias lumínicas ocasionadas por nuestro planeta y por la propia Luna. Su máxima distancia a la Tierra será equivalente a 59 radios terrestres, y la mínima a 17 radios terrestres. Además, será resonante 2:1 con la Luna, es decir, el vehículo tardará 13,7 días en dar una vuelta a la Tierra, la mitad que el período lunar. De este modo podrá dedicar más de 27 días al mes a observar el hemisferio celeste en el que no estará el Sol, ni la Tierra ni la Luna, cuya luz impediría su labor, pues deslumbraría a sus delicados sensores fotométricos. Para lograr alcanzar esta órbita, el cohete Falcon liberará al satélite aún unido a un motor, que se ocupará de incrementar la altitud del perigeo (mínima distancia a la Tierra). Posteriormente, un sobrevuelo lunar, que actuará como una asistencia gravitatoria, ayudará a configurar la órbita de forma definitiva. Se espera que esta sea lo bastante estable como para permitir concluir la misión mínima de dos años. Sin embargo, el vehículo transportará consumibles (combustible) para cuatro años, de modo que el programa podría extenderse si todos los sistemas funcionan correctamente más allá de ese período. TESS operará de forma casi constante, controlado por el llamado TESS Science Center, el centro científico que se ocupará de analizar los datos que envíe a la Tierra y de distribuir la información a los científicos que la necesiten. El citado centro ha sido constiuido mediante una colaboración entre el Departamento de Física del MIT, el Kavli Institute for Astrophysics and Space Research, el Smithsonian Astrophysical Observatory, y el Ames Research Center de la NASA. Los datos serán archivados en dos lugares: el Mikulski Archive for Space Telescopes y el Space Telescope Science Institute, y prometen ser un auténtico caldo de cultivo para futuros descubrimientos astronómicos, y no solo referentes al campo de los planetas extrasolares, ya que la vigilancia del brillo de las estrellas aportará información adicional sobre ellas, como si son variables o no, y en qué medida. El TESS obtendrá un catálogo de candidatos a planetas que podrá ser utilizado por el futuro gran observatorio James Webb Space Telescope. (Foto: NASA) REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Marzo 2017 209


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