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Fokker DR-VII completamente restaurado, con piezas originales rescatadas en Holanda mas débil fue la escasa autonomía que limitaba enormemente sus operaciones. Una vez se tenga claro los colores con los que voló en España, se quiere repintar con el esquema que tuvo durante esta época; de hecho han solicitado información a distintas instituciones en España. Ya en el siguiente hangar, se encuentra el más grande, por tamaño, de los protagonistas españoles: hablamos del Dornier D-24 T-3 que, como si acabase de amerizar desde su base habitual en Pollensa, Mallorca, disfruta ahora de una merecida jubilación. Con su inconfundible color plateado, con las bandas amarillas del SAR en su doble cola, no podemos sino acércanos a la biblioteca para recuperar el numero seis de la Revista Aeroplano, donde el entonces capitán Salom narra las peripecias del anteúltimo vuelo de Dornier en España, que trasladó en vuelo el 17 marzo 1970 hasta los Alcázares (Murcia) el MH5-2 y, ya desmontado por tierra, hasta el museo de Cuatro Vientos Primer plano del caza estrella alemán, Me-109 E1 Madrid. Acaba el citado articulo haciendo mención al último vuelo que tuvo lugar en agosto de 1971, trasladando en vuelo este ejemplar para ser cedido a la Fundación Dornier por una peseta y, que tras su quiebra y disolución, fue adoptado por este museo para el resto de sus días. Junto a los aviones españoles se pueden ver otros muchos destacados que pasamos a señalar: el bireactor Me-262 ,llamado a cambiar el curso de la Segunda Guerra Mundial, pero que su tardía llegada y los fallos propios de la juventud y la carencia de materiales en las operaciones, impidieron que fuese tan determinante como sí revolucionario. El Me-163, que fue precursor a los interceptores, era impulsado a 1000 km/h pero con un combustible tan escaso que, en caso de poder volver, lo tenia que hacer planeando. En el museo no se hace ninguna mención a sus operaciones ni empleo de los mismos, centrándose en el diseño y la técnica. Es aséptico, simplemente muestra la belleza y singularidad de las máquinas creadas por la industria, así como su perfección técnica. Encima de todos ellos sobrevuela un DC-3 original con escarapelas alemanas; quizás sea el avión más retratado de la historia, aunque bien es cierto que son tantas las versiones del mismo, colores y configuraciones que no deja de sorprender. En el mismo pabellón encontramos el primer prototipo IPA-1 Eurofighter, que ya hace unos cuantos años atrás pude ver volar en las cercanas instalaciones de Manching en el ya lejano 2005. Igualmente se expone el caza experimental XC-61, desarrollo conjunto de la Armada americana y la Fuerza Aérea alemana, de grandes similitudes con el Eurofighter pero más pequeño. Este desarrollo de los años ochenta, como tantos otros, acabó con la cancelación del programa pero, si dejó la semilla para el posterior desarrollo de caza más importante de Europa. Un extraño ingenio de transporte a reacción experimental de despegue vertical, con capacidad de levantar 35 toneladas de peas y varios helicópteros, completan este gigantesco hangar. Finalmente, la última nave está ocupada por modernos cazas que aún hoy surcan los cielos en algunos países, todos ellos en perfecto estado de revista y prestos para su empleo en una nueva misión, expuestos como los encontraríamos en cualquiera de las bases donde sirvieron. Podemos ver el Tornado IDS perfectamente equipado, con la reversa puesta en el motor y con el escudo de haber participado en misiones de reconocimiento en Afganistán. El avión REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Septiembre 2019 707


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