Implicación internacional en el Sahel
LA Unión Europea —y otros organismos
internacionales de seguridad
como las Naciones Unidas y la Unión
Africana— han demostrado en los últimos
años su apuesta por el Sahel y, en especial,
con la castigada Malí, con el convencimiento
de que no puede haber paz sin bienestar
ni desarrollo sin seguridad. La ministra de
Defensa, Margarita Robles, explicó en el
Congreso de los Diputados el pasado 10 de
marzo que «la presencia internacional, en
la que España mantiene un compromiso inequívoco,
resulta esencial para evitar el deterioro
de la seguridad; también lo es para
sentar las bases de un futuro de progreso y
estabilidad».
Por ello, junto con políticas de ayuda e
iniciativas como la Alianza para el Sahel
creada en 2017 por Francia, Alemania y la
Unión Europea y en la que
participan catorce países
(entre ellos España), la gran
apuesta de la Unión Europea
en el marco de la Política Común
de Seguridad y Defensa
se centra en esta castigada
zona de África donde mantiene
desplegadas cuatro
misiones, dos militares de
formación y adiestramiento
(EUTM-Malí desde 2013 y
EUTM-RCA desde 2016,
esta última en la República
Centroafricana) y otras dos
civiles, EUCAP-Sahel Malí
(iniciada en 2014 y cuya misión
es asistir a las fuerzas de
seguridad internas en el restablecimiento
de la autoridad
EUTM-Malí amplió su mandato en 2020 para proporcionar
asesoramiento y formación a los países del G5 Sahel.
en todo el país); y EUCAP
Sahel Níger (que, desde 2012, tiene el cometido
de apoyar contra la delincuencia organizada
y el terrorismo en ese país).
En este momento, el epicentro de la
inestabilidad en el Sahel está en Malí, por
lo que hace ahora un año, en marzo de
2020, el Consejo Europeo decidió ampliar
el ámbito de aplicación de EUTM-Malí (que
ya comprende todo el territorio maliense) y
prorrogar la misión un quinto mandato. Con
ello, además de continuar con el adiestramiento,
asesoramiento y formación para
reforzar las capacidades de las Fuerzas
Armadas de Malí con el objetivo último
de conseguir un entorno seguro dentro de
las fronteras del país y una reducción de
la amenaza que suponen los grupos terroristas
—el Ejército de Malí está integrado
por poco más de 15.000 efectivos para un
país cuya extensión es dos veces y media
la de España—, esta misión de la UE también
proporciona asesoramiento, formación
y tutoría militar tanto a la Fuerza Conjunta
G5 Sahel como a las fuerzas armadas nacionales
de los cinco países integrantes de
esta iniciativa. El Consejo también prorrogó
el mandato de la misión hasta mayo de
2024 y la dotó de un presupuesto indicativo
mayor, que asciende a 133,7 millones de
euros para un periodo de cuatro años.
Margarita Robles quiso incidir ante los
diputados en que, además de todas esas
labores, EUTM-Malí «realiza también actividades
de colaboración y apoyo a la población
civil, que contribuyen al desarrollo
y la estabilidad de la región« y que «se
encarga asimismo de potenciar el relevante
papel de la mujer en la sociedad, a
lo que ayuda la presencia de mujeres en
los contingentes militares, que facilita la
comunicación con la población femenina
local y la convierte en un agente más en la
consolidación de la estabilidad».
Con su cuartel general en Bamako y el
grueso del contingente en Koulikoro, EUTMMalí
está compuesta por unos 700 soldados
de 25 países (22 de ellos europeos, además
de Georgia, Moldavia y Montenegro),
aunque está previsto que a lo largo de este
año los efectivos totales alcancen los 1.066.
Durante el primer semestre de 2021 el jefe
de la misión es el general español Fernando
Luis Gracia Herreiz. España es también el
primer contribuyente con algo más de 300
efectivos que, según aprobó el Consejo de
Ministros en diciembre, se ampliarán hasta
530 a medida que la situación política del
país lo permita. Además, España aportará
nuevas capacidades —un avión A-400M,
que operaría desde España bajo demanda,
y helicópteros— a disposición de la misión.
La ministra de Defensa española recalcó
en su comparecencia ante el Congreso
que «conseguir una situación final
de estabilidad depende del compromiso
solidario de la comunidad internacional
(especialmente de la Unión Europea) y de
la voluntad y el diálogo de las autoridades
para avanzar hacia una solución política
que permita la vuelta del país hacia el
orden constitucional» y confirmó que «España,
plenamente comprometida con este
esfuerzo, apuesta por la continuidad de la
misión y por su retorno a su rendimiento
pleno tan pronto como sea posible».
Junto a las misiones de la Unión Europea,
la ONU mantiene en la zona dos
operaciones de paz: MINUSMA, en Malí,
y MINUSCA, en la República Centroafricana.
La OTAN asesora y adiestra a la
Unión Africana con la African
Standby Force, y también
en el marco de la UA, cinco
países —Benin, Camerún,
Níger, Chad y Nigeria— han
creado una unidad específica
para colaborar en la lucha
contra el grupo terrorista
Boko Haram, la Multinational
Join Task Force (MJTF).
Además y desde 2018, la
iniciativa G5 Sahel ha permitido
que los cinco países que
la integran (Mauritania, Malí,
Níger, Chad y Burkina Faso)
hayan creado una Fuerza
Conjunta para aunar esfuerzos
en la batalla contra el
yihadismo y las mafias de
delincuencia. Integrada por
5.000 efectivos repartidos
EMAD
en siete batallones, tiene autoridad para
operar a 50 kilómetros a cualquier lado de
las fronteras de los países miembros para
facilitar persecuciones y apoyos. España
es uno de los países que contribuye a su
financiación.
Francia desplegó en 2012 (poco después
de la revuelta que segregó el norte
de Malí) la operación Serval, llamada
Barkhane desde 2014, para ayudar al gobierno
legítimo del país en la lucha contra
el terrorismo islamista (el destacamento
Marfil del Ejército del Aire español desplegado
en Dakar, Senegal, presta apoyo a
esta misión y a MINUSMA en misiones de
transporte aéreo).
Además, el país galo lidera la fuerza
especial Takuba, integrada también por
unidades de Estonia, República Checa, y
Suecia con el cometido de «acompañar,
asistir y aconsejar a las fuerzas locales».
Abril 2021 Revista Española de Defensa 53