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dossier Pero, además, el EA está sometido a una serie de factores heredados, producto de modelos anteriores, ya superados, de FAS, que impactan en el proceso de asignación de recursos y cuya revisión inmediata debe ser tomada muy en consideración por las instancias correspondientes del Ministerio de Defensa (y corregidos en la medida de lo posible) de cara a recapitalizar capacidades degradadas y cambiar las tendencias. En primer lugar, en el ámbito del personal, un distribución de personal entre servicios que se apoya en unos porcentajes fijos muy difíciles de alterar. En este sentido, nuestro EA cuenta con poco más de 20.000 efectivos que ligeramente superan el 17% del total de las FAS, una cifra tremendamente baja en comparación con la mayor parte de nuestros aliados europeos. Por si esto no fuera suficiente, el modelo en desarrollo de FAS requiere, para su funcionamiento, de un elevado número de efectivos tanto en el Órgano Central como en el propio EMAD. Afectados todos los servicios por igual, la contribución de alrededor del 12% que realiza el EA lo es en forma de personal altamente cualificado o procedente de especialidades críticas (ingenieros o intendentes). Finalmente, en el ámbito estrictamente económico, los presupuestos de Defensa continúan muy por debajo de los objetivos históricos del 2% establecidos por la OTAN, refrendados en la cumbre de Gales de 20143 e incorporados a las líneas prioritarias del departamento por nuestra ministra de Defensa en diversas intervenciones, lo que nos impide ser optimistas en el corto plazo. También desde el prisma económico es preciso considerar el creciente coste de las tecnologías punta que configuran la esencia de las capacidades aeroespaciales y las elevadas inversiones asociadas a los procesos de adquisición de estos sistemas. La necesidad de competir por una porción de unos ya escasos presupuestos frente a necesidades de otros ejércitos conduce inevitablemente a que el gestor intente aplicar criterios de equidad, en términos económicos, que desembocan en un desequilibrio neto en la calidad y alcance de las capacidades obtenidas. Para poder aspirar a alcanzar ese anhelado equilibrio en cuanto a capacidades se plantea un reto fundamental, compartido por otras fuerzas aéreas de nuestro entorno, y es el de saber transmitir a la altas instancias del Estado los efectos esenciales, diferenciales y únicos que el Ejército del Aire puede producir en todos los niveles de un conflicto. HACIA UN EJÉRCITO DEL AIRE 4.0 A pesar de las limitaciones y obstáculos mencionados, el Ejército del Aire ha seguido firmemente comprometido en numerosos escenarios internacionales que se ha traducido en un incremente del ritmo de las operaciones y sus sistemas de armas, incluyendo el apoyo a Ejército y Armada. Esta tendencia se mantendrá, con toda seguridad, en el futuro inmediato, pero existe un amplio acuerdo entre los expertos en poder aéreo en que el paquete de capacidades requerido para las tradicionales operaciones de mantenimiento de la paz va a dejar de ser relevante en escenarios disputados, de alta intensidad o de guerra Híbrida que estamos viendo hoy día. La integración de nuevos dominios va a requerir, además, de un Eurofighter 196 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Marzo 2018


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