ENTREVISTA
las tinieblas. A finales de los 80, en Bruselas,
era otra España: se insertaba en
Europa, en el mundo, e iba adquiriendo
poco a poco más peso y cuya transformación
suscitaba cierto respeto y a veces
admiración.
¿Cuáles cree que son los puntos fuertes
de nuestras FAS?
Su labor en el extranjero, su grado de
aceptación por la población local allí
donde trabajan en el extranjero, la cooperación,
colaboración con las autoridades
locales… Logran tener, en general,
una relación más estrecha y más
cordial que otras fuerzas europeas que
trabajan en el mismo territorio bajo el
mando de la ONU, la Unión Europea…
Aunque a veces no funciona, casi siempre
hay un intento por parte de los mandos
de tener esa cercanía. Como punto
débil, la escasa Cultura de Seguridad en
España.
¿Qué opina de la Cultura de Defensa?
No solo los militares deben impulsar
la Cultura de Defensa, es una labor de
otras administraciones, de los centros
educativos, las universidades… Si hubiera
una amenaza exterior real, se dispararía
la Cultura de Defensa. Creo que,
hasta cierto punto —habrá que verlo—,
la pandemia ha ayudado a entender la
labor del Ejército, pero eso es solo una
pequeña faceta. Hay otras muchas, por
supuesto, en el exterior y en la defensa
del territorio, que son ignoradas o no lo
suficientemente valoradas. ¢
el que nadie daba dos duros al principio
de la contienda—, hoy día se va a mantener
en el poder, gracias a Rusia, Irán y
Hezbolá.
Dicen que todo depende de la perspectiva:
¿cómo veía España cuando
era corresponsal?
En aquellos años, en Líbano, lo veía
como un país inexistente, con buena
fama y reputación, porque se consideraba
el país de Al Ándalus, donde había
existido una civilización musulmana,
que era la luz de una Europa sumida en
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