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REVISTA IEEE 1

56 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 1/ 2013 Como ya hemos visto páginas atrás, en el caso de Yemen las fuentes abiertas difieren por márgenes amplios en el número de muertes causadas por los ataques con drones. Más complejo aún es saber la proporción de no combatientes heridos o fallecidos. The Bureau of Investigative Journalism cifra entre 72 y 178 (una horquilla considerable) el número de civiles muertos por ataques aéreos norteamericanos, entre 2009 y finales de enero de 2013, con un número de menores de edad que oscila entre 27 y 37.56 No obstante, la fiabilidad de esta información es difícil de calibrar. Por ello no se puede determinar -con la información procedente de fuentes abiertas- hasta qué punto el ataque erróneo de septiembre de 2012 es una excepción o, por el contrario, nos encontramos ante un hecho habitual. En este segundo caso, la campaña de ataques aéreos estaría minando la estrategia contrainsurgente. Para ganarse las simpatías de la población, el Gobierno debe mejorar la vida de los ciudadanos, demostrando que tienen mucho más que ofrecerles que la insurgencia. El riesgo de los ataques aéreos es que éstos, a causa de los errores y muerte de no combatientes, envíen el mensaje justamente contrario y además transmitan la idea de que el gobierno yemení es un mero títere de los ‘infieles’ norteamericanos. Por otro lado, el número de ataques aéreos norteamericanos es demasiado pequeño como para suponer una contribución significativa a la ‘dimensión cinética’ de la contrainsurgencia. Recordemos que han sido 58 en los últimos cuatro años, muy lejos por ejemplo de los 2.000 ataques aéreos realizados por aeronaves de ala fija de la OTAN en Afganistán en el año 2011; o de los más de trescientos ataques con drones en el mismo país durante los nueve primeros meses de 2012.57 Conclusiones Tras las experiencias negativas vividas en Irak y Afganistán, Estados Unidos está aplicando, en la lucha contra Al Qaeda en Yemen, un enfoque que se caracteriza por evitar la presencia de tropas sobre el terreno, limitando la acción militar a ataques aéreos de precisión. No es una estrategia innovadora. Ya tuvimos oportunidad de contemplarla en la década de 1990, en escenarios como Irak (operación ‘Zorro del desierto’ en 1998), Bosnia (1995) y Kosovo (1999). La novedad, en este caso, radica en que el enemigo es una organización protoinsurgente, con una dimensión terrorista transnacional; y en que una proporción cada vez mayor de los ataques aéreos son ejecutados mediante drones armados. 56  The Bureau of Investigative Journalism, US Covert Action in Yemen 2002–2013. http://www. thebureauinvestigates.com/2013/01/03/yemen-reported-us-covert-actions-2013/ 57  Chivers, C. J, , “Afghan Conflict Losing Air Power as U.S. Pulls Out”, The New York Times, July 6, 2012; Sahchtman, Noah, “Military Stats Reveal Epicenter of U.S. Drone War”, Danger Room, September 11, 2012.


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