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MEMORIAL CABALLERIA 75

Varios Noticias del Arma Orgánica y Materiales Empleo Táctico y Operaciones Historia 162 TRADUCCIONES mediante fuego directo (línea de mira), y de ametralladoras para destruir infantería no protegida y otros blancos «blandos». Los carros de combate son más efectivos en la ofensiva en campo abierto donde, en combinación con infantería mecanizada y el apoyo de artillería y ataques aéreos, pueden romper a través de las defensas enemigas y hacer estragos en la retaguardia. Sin embargo, muchas veces las unidades acorazadas trabajan en ofensiva o defensiva en terreno más restringido, moviéndose de posición en posición con movimientos coordinados, actuando cada carro de forma parecida a un infante. A diferencia del infante, no obstante, el carro de combate está protegido contra proyectiles y fragmentos de artillería, dando una relativa sensación de invulnera-bilidad. Los carros de combate modernos también disponen de protección colectiva contra agentes químicos. Son puestos fuera de combate (y algunas veces destruidos) por cañones de otros carros de combate, por alcance directo de artillería, por minas y por una diversidad de cohetes contracarro portados por infantería o vehículos, muchos de ellos ahora guiados con precisión. La velocidad en disparar primero o en tomar contramedidas protectoras (medida no en segun-dos, sino en fracciones de segundo) puede ser crucial para la supervivencia. Cuando se abre una brecha en el compartimento de la tripulación o el carro arde o explota, escapar puede ser también cosa de segundos, y la muerte puede ser especialmente espantosa. Las tasas de fatiga de combate son por tanto altas entre los supervivientes o testigos de las muertes de las tripulaciones propias, en relación con el número de heridos que sobreviven. Hay informes de relaciones entre fatiga de combate y heridos de 1:2 y 1:1 cuando las unidades acorazadas se encontraron en desventaja o inesperadamente superadas por carros de combate o armas contracarro superiores. Los carros de combate, aunque dan al soldado un cierto sentido de confianza, pueden ser fuente de problemas. De alta tecnología en el ejército de EE. UU. de hoy, estas armas son, como poco, com-plicadas, sujetas a grandes vibraciones y sacudidas, requieren mantenimiento continuo y demandan especialización para manejarlas. Las tripulaciones tienden a ser unidades muy cohesionadas, donde el individualismo, el desacato y la «peculiaridad» no son fácilmente tolerados. Los individuos que trabajan en las tripulaciones de los carros tienen que confiar en los conocimientos de sus compa-ñeros, vivir durante semanas y meses juntos en una gran proximidad y a menudo consiguen cono-cerse a un nivel personal muy intenso. El trabajo en el carro de combate depende de que cada uno cumpla con su parte; el carro de combate no funciona al completo si un miembro de la tripulación está incapacitado. Se tiene que confiar y conocer a las unidades de mantenimiento que cuidan de la maquinaria; no se tolera la inactividad. Los carristas rara vez ven a sus víctimas humanas de cerca. La misión de las unidades aco-razadas es neutralizar a otras armas enemigas similares o de menor tamaño. A causa de esto, los carristas son propensos a periodos de elevado entusiasmo y decepciones después de que la misión se haya cumplido. Las reuniones posteriores a la misión son especialmente importantes y la ten-dencia a centrarse en los detalles mecánicos de la misión, crear distancia con la destrucción, o so-brepersonalizar la matanza, pueden estar imponiendo dinámicas con estas tripulaciones que deben abordarse de forma constructiva. Los carros de combate modernos tienen medios de visión nocturna e infrarrojos y telémetros láser que pueden convertir el combate real, sensorialmente, en algo muy parecido a una compleja misión en equipo en un ordenador de simulación, o un juego de ordenador. Las tripulaciones se instruyen ahora en simuladores de alta tecnología, «moviéndose» en el terreno de la realidad virtual y enfrentándose a blancos de realidad virtual que, aunque todavía sustancialmente abstractos, no son tan diferentes de lo que realmente serían. Se pueden unir muchos simuladores, de forma que de tres a cinco carros de combate en una sección pueden maniobrar juntos en los visores de cada uno. Los equipos interarmas pueden incluso instruirse juntos en la realidad virtual, con tripulaciones de helicópteros de ataque e infantería mecanizada con sus propios simuladores (quizá incluso si-tuados en lugares distantes) trabajando en concierto en el mismo terreno generado por el ordenador, apoyados por centros de dirección de fuego de artillería de campaña que responderán a las peticio-


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