La Academia, cuna de aviadores Pablo J. Meroño Fernández Teniente coronel del Ejército del Aire Jefe de la Sección Económico-Administrativa de la AGA San Javier, 15 de septiembre de 1945, 14:00 horas. –A la orden de usted, mi comandante. Sin novedad en el Batallón de Alumnos. Forman 251 cadetes. –Gracias... ¿alguna incidencia? –¿Ha dicho alguna, mi comandante? El tren ha llegado con retraso, no hay agua en ningún edificio, los uniformes que traen... –Vale, Juega, está bien... me hago cargo. ¿Qué van a hacer ahora? –Mi comandante, si no quieres otra cosa, pensaba mandarlos a comer... hay paella. Esta hipotética escena, de haber ocurrido así, habría tenido como protagonistas al comandante Llaca, primer jefe del Batallón de Alumnos, y al capitán Juega, el oficial de servicio en la Academia el día de la incorporación de los cadetes de la 1.ª promoción. En ese sencillo acto habría tenido lugar el primer parte de novedades de la Academia General del Aire con sus alumnos presentes, al cual seguirían muchos, muchísimos más. En la misma plaza, en clase, en vuelos o en cualquier otro lugar, dentro o fuera de la Academia; en días de diario y también en festivos; en formaciones para revistas, para ir a bandera, para la lectura de la orden, para recuento de arrestados o para disfrutar de un concurrido «caimán»; con uniformidad de instrucción o de deporte, o con mono de vuelo, o con tabardo..., o sin él. dossier 58 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Enero-Febrero 2018
RAA 870
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