Page 61

RAA 870

dossier La tradicional frase «sin novedad» –que tiene la curiosa peculiaridad de que los militares la empleamos tanto si hay algo que contar como si no– ha sido pronunciada desde entonces en incontables ocasiones a lo largo de los 75 cursos académicos que casi han transcurrido desde la creación de la Academia General del Aire. Periodos de nueve meses cuyos sucesivos inicios y finales –con mayor o menor fortuna– han conformado la historia de la Academia y del Ejército del Aire, y han marcado de forma indeleble las vidas de los que los protagonizaron, como alumnos, como profesores o como personal de seguridad y apoyo, tanto militar como civil. La base de San Javier ya gozaba de una larga tradición docente antes de acoger a la AGA. Su ubicación en el sureste peninsular, una zona de meteorología excelente para el vuelo, hizo que en ella se establecieran diversos centros docentes a lo largo de su existencia, entre los que destacó el Grupo de Escuelas de Levante, un órgano directivo creado en 1939, del que dependían las Escuelas Elementales de Pilotos números 1 y 2, radicadas, respectivamente, en la base aérea de Alcantarilla y en el aeródromo de El Palmar, hoy desaparecido; la Escuela Inicial Premilitar Aérea, la «Premi », para la adaptación del personal que llegaba al Ejército del Aire procedente de Tierra o Marina; y la Escuela de Transformación, para instrucción básica de pilotos y determinación de aptitud de caza o bombardeo, estas dos últimas ubicadas en San Javier. La doctrina militar de la época ya atisbaba que el conocimiento entre armas y cuerpos y el espíritu de cooperación mutua recibirían un notable impulso si todos los oficiales cursasen sus estudios en un solo centro de formación en lugar de dispersarse por una multitud de academias y escuelas, regionales o específicas de cada arma, cuerpo o especialidad. Era la plasmación de lo que en el Ejército se conocía –y sigue conociéndose– como «el espíritu de la General». De este modo nació el concepto de centro docente principal, que en los primeros años 40 sería implantado en los tres Ejércitos, con la misma idea de generalidad, si bien con distinta denominación: Academia General Militar –que así iniciaría su 3.ª época–, Escuela Naval Militar, y Academia General del Aire. La primera, que ya existía, volvió a su emplazamiento zaragozano. La de la Armada fue trasladada a Marín (Pontevedra) desde su anterior ubicación en San Fernando (Cádiz). Y en el caso del Ejército del Aire, pronto quedó claro, por las circunstancias antes mencionadas, que la zona marmenorense contaba con las mayores posibilidades para acoger a su futura Academia General. En consecuencia, el 28 de julio de 1943, y a propuesta del ministro del Aire, se decretó la creación de la Academia General del Aire, ubicándola en la base aérea de San Javier. En esta disposición tam- La plaza de armas de la Academia General del Aire en 1948 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Enero-Febrero 2018 59


RAA 870
To see the actual publication please follow the link above