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Nuestra llegada al 43 Grupo de FF. AA. no fue la misma que la del resto de nuestros compañeros de la LXVII Promoción, ya que nos tocó incorporarnos una vez finalizado el curso de reconversión a piloto de transporte. Fue una situación algo extraña, ya que nuestra especialidad al egresar de la Academia General del Aire era la de piloto de helicópteros. Pero a mediados de marzo, durante la realización de dicho curso en Salamanca, nos dieron la noticia de que seríamos destinados a los «apagafuegos», y que ya nos estaban esperando para estar listos cuanto antes ante la inminente campaña de verano. De hecho, antes de finalizar el curso ya teníamos asignados los destacamentos en los que participaríamos durante la campaña 2017. Por eso, al incorporarnos a la unidad, nuestro proceso de instrucción y adaptación tuvo que ser algo más apresurado de lo habitual. Nos presentamos en el 43 Grupo el 18 de abril con mucha ilusión porque se trata, sin duda, de una de las unidades más operativas del Ejército del Aire. Sabíamos que al fin, después de cinco años de academia, íbamos a sentirnos realizados al poder llevar a cabo una labor de servicio tan necesaria y satisfactoria como es la lucha contra los incendios forestales. La acogida fue excelente. Desde el primer minuto los compañeros nos trataron como uno más de la unidad, y es que el buen ambiente y el compañerismo que se vivía era diferente al de cualquier otro sitio. Más tarde nos daríamos cuenta de que la campaña de verano, el tipo de vuelo y las misiones que se realizan unen mucho a la gente y hace que todos, tanto pilotos como mecánicos y personal de tierra, seamos una verdadera piña. Al segundo día de nuestra incorporación ya comenzamos el curso teórico del avión, que apenas duró dos semanas y finalizó con el examen del propio avión, así como sus emergencias y limitaciones. Una vez acabada esta fase teórica, empezamos a volar indistintamente en las dos aeronaves con las que cuenta el 43 Grupo: el Canadair CL-215T y el CL-415. Hacía falta completar un total de 23 vuelos de instrucción para llegar a LCR (limit combat ready), que es el entrenamiento mínimo para poder realizar una misión de extinción. A finales de junio ya estábamos listos para la campaña de verano. Ya con la campaña en marcha y todos los compañeros y aviones repartidos por los diferentes destacamentos, nos unimos nosotros como parte de las tripulaciones que entran a diario de alarma para participar en la lucha contra incendios durante el verano. La primera misión real llegó pronto, ya que apenas era el segundo día de alarma cuando sonó el teléfono del MAPAMA. Se había declarado un incendio forestal en Valencia y solicitaban la actuación de tres de nuestros aviones. El ritmo hasta que despegamos fue frenético. Recibimos los datos del incendio, recogimos el equipo personal y nos subimos al avión. Esto ya era la acción, y poco tenía que ver con el ritmo llevado durante nuestra etapa de instrucción. La realización de los procedimientos y la coordinación con la torre precisaban ser rápidos y claros, sin margen para dudas. Fueron nueve horas de duro trabajo, durante las que las condiciones variaron continuamente, con nuevos inputs que requerían estar continuamente concentrados. A pesar de no ser un incendio extremadamente agresivo, nos sirvió como buena presentación de lo que nos íbamos a encontrar a lo largo del resto del verano. Por suerte, el mes de julio fue bastante tranquilo en los destacamentos en los que participamos. Pero llegó agosto y la cosa cambió. A los destacamentos de Santiago de Compostela y Salamanca les precedía la fama de que allí se trabajaba de verdad. Y no les faltaba razón, ya que durante todo el mes de agosto entramos de alarma 16 días y salimos a incendios prácticamente todos ellos. También tuvimos la ocasión de participar en los grandes incendios de Portugal, aportando nuestro grano de arena en colaboración con el resto de medios europeos. En el mes de septiembre el ritmo se redujo considerablemente. Parecía que con el incendio del día 26 en Ávila íbamos a dar por finalizada nuestra primera campaña de verano en el 43 Grupo. Pero Galicia todavía no había dicho su última palabra. Debido a las condiciones climáticas previstas para octubre, el MAPAMA solicitó prolongar el posicionamiento de los aviones en Santiago y en Salamanca. La decisión no pudo ser más acertada, ya que desde el día 6 salíamos a incendio todos los días, las 9 horas reglamentarias. Mención especial se merece el 15 de octubre, en el que se declararon más de 200 incendios forestales en la comunidad de Galicia. Esos días, todos los aviones que la unidad tenía de alarma se desplazaron a esta comunidad para intentar ayudar en la triste situación por la que estaba pasando. Realizamos cargas en la bahía de Bayona, en la ría de Vigo y en el río Miño, y conseguimos realizar un total de 218 descargas de agua durante 48 horas de vuelo, sumando 15 misiones de extinción. Sin lugar a duda el día 15 fue el que más nos impactó de toda la campaña, con frentes de llama interminables y una altura de las mismas de hasta 20 metros. Las columnas de humo de los distintos incendios se entrelazaban formando una densa niebla que se alargaba hasta la provincia de León. Ese día pudimos observar verdaderamente la virulencia de los grandes incendios y el respeto que se merecen. Sin duda alguna, esta primera campaña será algo difícil de olvidar. Hemos vivido muchos buenos momentos, experiencias y vuelos que guardaremos con mucho cariño gracias a todos los compañeros que, como dijimos al principio, nos hicieron sentir uno más desde el primer momento. Ahora sí, después de 89 y 100 horas de extinción, respectivamente, con los momentos de tensión y de compañerismo que implican, se han forjado unas relaciones entre compañeros de cabina que hasta ahora desconocíamos. Podemos decir que nos sentimos orgullosos de pertenecer a los «Corsarios del 43» y que cuando llegue la campaña contra incendios de 2018 estaremos mejor preparados. • NOVIEMBRE Y DICIEMBRE: TIEMPO DE ACOPIO Llegó noviembre y con él, el Escuadrón de Material adquirió un mayor protagonismo en el planeamiento. Es en este momento cuando habitualmente la Escuadrilla de Abastecimientos recupera lo que queda de todo el material proporcionado por el Mando Aéreo Logístico (MALOG) para conformar el denominado kit de campaña y Desplegando las alas en el 43 Grupo Francisco Javier Gimeno Benito-Sendín Gonzalo Martínez Pinazo Tenientes del Ejército del Aire que se había diseminado por los distintos destacamentos. El inventariado del material y el mantenimiento de un adecuado nivel de sostenimiento ha sido su preocupación principal durante la campaña y debe continuar siéndolo también fuera de ella. La Sección de Ingeniería y Calidad analizaba cuáles habían sido las averías más importantes durante la campaña, bien por darse con más frecuencia de la esperada o por su impacto en las operaciones. También, en coordinación con la Maestranza Aérea de Albacete (MAESAL), se ajustaba el calendario de inspecciones B y C de las aeronaves que se han de realizar en sus instalaciones, de modo que se asegurara el disponer de las 13 aeronaves de alarma diarias que estarían comprometidas en los momentos de máximo esfuerzo operativo de la siguiente campaña, LCIF 2017. La labor de la MAESAL es inestimable a lo largo del REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Enero-Febrero 2018 93


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