misión. Hemos tenido todo el respaldo de
los españoles y nuestra frustración es no
haber podido hacer más.
Esta misión nos ha confirmado el cariño
que nos tienen los ciudadanos. Es una
satisfacción y un orgullo servirlos. Y lo hemos
compartido con nuestros compañeros
de Tierra, Armada y Aire. Yo siempre
digo que nosotros vestimos de negro, que
es la suma del caqui, del azul oscuro, del
gris aviación y de los Cuerpos Comunes.
—¿Cómo se ha protegido al personal
para evitar contagios?
—Hemos seguido las indicaciones de las
autoridades sanitarias y de la Inspección
General de Sanidad. Aquel que tenía síntomas
o había estado en contacto con algún
Esta misión nos
ha confirmado
el cariño que
nos tienen los
ciudadanos
—¿Ha sido este uno de los cometidos
más difíciles que han
tenido que afrontar?
—Sí. La situación en las algunas
residencias y los traslados de
enfermos y de cadáveres han
tenido un gran impacto en nuestro
personal. Hemos preparado
a nuestros soldados y hemos
recibido apoyo psicológico. El
mayor error en estos casos es
creernos fuertes, pensar que
podemos con ello, que es ley de
vida... Al igual que sucede cuando
fallece un familiar, los duelos
no son todos iguales y muchas
veces, dependiendo del estado
anímico y nuestras propias circunstancias
personales podemos
tener un bajón.
Ese apoyo psicológico es
otra de las cosas que vamos a
tratar de poner de serie en la
unidad. Reforzar el servicio psicológico
que tiene la UME y los
elementos de resiliencia, aplicar
a nuestro personal las técnicas
de terapias que están utilizando las empresas,
sobre todo con los que están más
expuestos.
—En el Palacio de Hielo han estado
en todo momento con los fallecidos,
acompañándolos…
—Nosotros, en nuestros actos, siempre
honramos a nuestros muertos. Y entendimos
que nuestros caídos eran los fallecidos
de estos días. Nos los entregaban
en los hospitales y nuestra misión era
custodiarlos. Lo único que podíamos hacer
por ellos era tratarlos como hacemos
con los nuestros. Entendíamos que había
muchas personas que no habían podido
despedirse y aunque sabemos que no es
posible aliviar el dolor de las familias en
su total dimensión, queríamos que tuvieran,
al menos, el pequeño alivio de saber
que nosotros estuvimos con ellos. Los tratamos
como si fueran soldados.
Ha sido muy duro. Pero no lo hemos
hecho solos. El Ejército de Tierra nos ha
ayudado haciendo tareas de manipulación
y de custodia. A los fallecidos por el
COVID-19 les hemos podido dar ese trato
de respeto, de dignidad, de silencio y de
humanidad. Esto no venía en ninguna orden.
Ahí está lo duro y lo bonito de esta
sintomático entraba en unos
protocolos de aislamiento.
Los test se centraron en el
personal sintomático y también,
en casos muy contados, en aquellos
que habían estado sometidos
a una alta exposición: los que
trasladaban cadáveres y aquellos
que estuvieron en las residencias
los primeros días. Hemos tenido
110 contagiados, en torno al
3 por 100 de los efectivos de la
UME. Más de 70 ya se han recuperado
y otros permanecen en
sus domicilios.
—¿Cuáles son las prioridades
en este momento?
—Las necesidades han disminuido
y nos llegan menos peticiones
de colaboración y, por otra parte,
tenemos que empezar a preparar
la campaña de lucha contra
incendios, que la tenemos a la
vuelta de la esquina. Eso implica
ver cómo está el material, volver
a reconvertir las autobombas en
Pepe Díaz
equipos contra incendios, hacer instrucción...
y eso lleva tiempo.
Y no solo los incendios. Ya no es
como hace cinco o diez años cuando era
todo muy estacional: incendios en verano,
inundaciones en otoño y nevadas en
invierno y, a veces, en primavera. Ahora
nos encontramos con que pueden darse
las tres amenazas simultáneamente. Por
tanto, las configuraciones de la UME tienen
que ser mucho más flexibles, más
versátiles y móviles. Mantendremos unas
unidades de respuesta inmediata, unos
núcleos en cada Batallón, por si hubiera
un rebrote de la epidemia..
—¿Se puede hablar de éxito de la operación
Balmis?
—Es muy difícil hablar de éxito, no obstante,
en esta desgracia que nos ha venido,
las Fuerzas Armadas han sido ese
eslabón de la cadena que las conecta
con su sociedad. Eso es un éxito. Hemos
percibido que estamos todos a lo mismo,
pero, además, este vínculo ya es para
siempre. Cuando todo va mal, cuando
todo falla, siempre van a estar las Fuerzas
Armadas. Y eso lo ha entendido la inmensa
mayoría de los españoles.
Elena Tarilonte
Mayo 2020 Revista Española de Defensa 25