122 JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ LANZAROTE
gallegos, sobre los cuales había gobernado y que conocían y confiaban en
el rey y sus capacidades, y nobles leoneses, bien porque no tuvieran otro
remedio so pena de incurrir en la ira del rey o por hacerse valer a ojos
de éste. El caso es que debió Ordoño II reunir una nutrida hueste para la
época. Desde luego, no es posible, por las mismas consideraciones ya expuestas
sobre alimentación de los guerreros y sus animales a lo largo del
camino, que esta hueste alcanzara un número superior a los 3000 combatientes,
posiblemente menos. Los guerreros se concentraron en Zamora y,
desde allí, fueron por el itinerario más discreto hasta la zona de Mérida.
No siguieron directamente la Vía de La Plata, sino que se dirigieron hacia
el Sur cruzando el Tajo por el puente de Alcántara tratando de evitar alarmas
prematuras y puestos fortificados que pudieran dar aviso a la futura
zona de operaciones. Una vez cruzado el Tajo por el mencionado puente,
se dirigirían hacia Coria y la zona de Brozas y desde esta, en vez de seguir
lo que sería el camino árabe que iría desde Badajoz hacia el Norte, debieron
avanzar hacia el SE ocultos por las sierras para asegurar la sorpresa
en la llegada al objetivo. Dado el plan inicial del rey, es probable que
cruzaran la Vía de la Plata, situándose al Sur de Alcuéscar o Montánchez,
en las proximidades del río Aljucén, para desde allí, dar comienzo a las
operaciones.
Todos estos itinerarios eran caminos secundarios, probablemente utilizados
desde tiempos inmemoriales. El desplazamiento por ellos presentaba
el inconveniente, ya sabido, de que ante la inseguridad en la obtención
de víveres sobre el terreno y el interés en la rapidez y secreto de la marcha,
habría que transportar muchos abastecimientos desde Zamora, punto de partida
de la incursión, o antes. Al desconocer el itinerario más o menos exacto,
no es posible hacer un cálculo medianamente fidedigno de la distancia que
debía la hueste desde Zamora hasta la zona de operaciones, pero debía ser
superior a los 400 km, por caminos que obligarían a ir en fila a todos los
hombres y animales, por lo que, si hubiera ido reunida la columna hubiese
abarcado unos diez km, aproximadamente. Esto no ocurría, ya que siempre
iría destacada una vanguardia de jinetes equipados ligeramente, algareros,
que acompañaría a los guías y determinaría las zonas de acampada. Además,
obtendrían abastecimientos sobre el terreno o informarían al grueso para
que destacara forrajeadores. En las mejores condiciones, una hueste relativamente
numerosa como la que capitaneaba Ordoño II tardaría más de quince
días en alcanzar la zona de Mérida, por lo que, por establecer una unidad
de carga, cada caballero debía portar entre 100 y 120 kg de alimentos para
él, su cabalgadura y la acémila de transporte necesaria. El agua y el heno
seco se obtendrían sobre la marcha. Si iban hombres a pie, debían llevar
Revista de Historia Militar, 131 (2022), pp. 122-142. ISSN: 0482-5748